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Entresuelo

04 de agosto de 2014. José Ángel Sanz

Cuatro años después de establecerse en la casa de sus abuelos, un entresuelo de un ensanche de Zaragoza, Daniel Gascón se decidió a escribir la historia de su familia a través de las vivencias de las que había sido testigo ese domicilio. El autor, autor de los tres libros de realtos La edad del pavo (Xordica, 2001), El fumador pasivo (Xordica, 2005) y La vida cotidiana (Alfabia, 2011), despliega en Entresuelo, con ese pretexto, el entramado de su vida. Lo hace con el foco puesto en cada uno de los miembros de su familia. De su hermana a sus abuelos. En todo ese conjunto de personas que le vieron crecer y le acompañaron durante toda su vida. La excusa es un repaso a las historias de los personajes que poblaron esa vivienda ya fuera durante años, en esporádicos periodos de tiempo, o solo de paso.

Lo mejor de Entresuelo es que en ella no hay secretos truculentos, ni nada demasiado extraordinario más allá de la vida, con su día a día. Como si eso no fuera lo bastante extraordinario. Sí, el abuelo de Gascón dice cosas como yo soy demócrata porque todo me da igual, pero casi todos recordamos a nuestros mayores diciendo cosas como esas cuando se tiene la edad de que ya no importa lo que opinen los demás. Lo literario, lo verdaderamente valioso, lo imprime Daniel Gascón casi de refilón con altas dosis de cariño, ternura y orgullo de pertenecer a una familia en la que siempre fue tradición contar y contarse las cosas.

Ni atisbos de largas enumeraciones de personajes, ni una intención coral que despiste más allá de lo imprescindible. Gascón prefiere acercarse a sus recuerdos antes por aproximación que con exactitud. Y hacerlo, eso sí, con una subjetividad a prueba de bombas. Anécdotas, un chiste que nunca se olvida, retazos de la poesía que escribía su padre. Hay, en el relato de su adolescencia, un aliento a veces triste, en parte descorazonado. Como solo se puede estar descorazonado en esa etapa. También una evocación resignada de las enfermedades de sus abuelos. Solo es una parte tan inestimable como las demás de esta novela. No hace falta enfatizar cuando se tiene talento de sobra para emocionar con una frase, con una breve descripción de hechos.

En Entresuelo palpita una familia, eso en lo que vivimos cada día y que construimos sin libro de instrucciones. Casi una como cualquier otra, y con eso basta.

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