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Diez minutos antes de la medianoche

22 de mayo de 2012. Sra. Castro

«Si Jardiel Poncela hubiera sido anglosajón, el mundo entero lo veneraría…» se cita a José María Merino en el epílogo de Diez minutos antes de la medianoche. Puede que el mundo entero todavía no lo venere, que probablemente nunca lo haga; pero Jardiel Poncela se va, poco a poco, convirtiendo en un clásico de la literatura española, como lo demuestra la continua reedición de sus obras. Y eso es sin duda motivo para congratularse.

Diez minutos antes de la medianoche. Novela para muchachas y para hombres tímidos es una muestra de su originalidad y talento. Publicada en 1939, sería el germen de la obra teatral Los ladrones somos gente honrada, a la que sirve de prólogo. Una obra a caballo entre la novela y el teatro, cuya acción se desarrolla en el espacio de diez minutos y en la que es posible reconocer los elementos que convierten los textos de Jardiel en únicos.

Miguel el Melancólico es un ladrón de guante blanco que, infiltrado en la fiesta de una familia acaudalada, espera la medianoche para dar un golpe. Sin embargo, pocos minutos antes de que den las doce, conoce a Herminia, una mujer de tempestuoso pasado por cuya causa Miguel decidirá abortar el asalto.

La fascinación que Jardiel sentía por los personajes del mundo del hampa —y que aparece en alguna de sus novelas como ¡Espérame en Siberia, vida mía!— toma cuerpo aquí en Miguel, como también en su compinche Rufino. Jardiel cuida de dar a estos personajes un matiz que va más allá de lo humano, al tratar (y lograr) hacerlos simpáticos para el lector. Como era habitual en él los presenta como “honrados” trabajadores que entienden de su profesión, de la que se enorgullecen.

Al tiempo, Miguel es el arquetipo de los personajes masculinos jardelianos: un hombre de mundo, atractivo pero insatisfecho y hastiado; un hombre que anhela algo indefinido, sutil, algo que acabará por materializarse en una mujer. Esa mujer es en esta ocasión Herminia, una joven que aparenta veinte años pero que confiesa tener treinta y cuatro. Y que, junto a su edad, le confiesa a Miguel un agitado pasado que la ha llevado a recorrer varios países, a perder una hija y a relacionarse con la mafia.

Otro rasgo de la singularidad de la escritura de Jardiel Poncela es su inclinación a mezclar géneros. En sus novelas frecuentemente incluye diálogos de teatro, dibujos, anuncios o caligramas. En Diez minutos antes de la medianoche —texto al que no en vano titula como Novela para muchachas y para hombres tímidos— mezcla la narración propia de una novela con los diálogos y las acotaciones propias del teatro, creando así un híbrido lleno de ritmo. En él la acción se concentra en el diálogo entre los protagonistas, que transcurre en apenas diez minutos y condensa la vida de Herminia, los anhelos de Miguel y el golpe de efecto final que, como siempre cuando se trata de Enrique Jardiel Poncela, logrará sorprender al lector.

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