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El profesional

26 de noviembre de 2013. José Ángel Sanz

De todos los deportes, quizá sea el boxeo uno de los que mejor acomodo haya tenido en la historia de la literatura. El combate del siglo, de Jack London, Fat city, de Leonard Gardner, y Más dura será la caída, de Budd Schulberg, encabezan la recurrente lista de títulos que mejor han tratado al deporte de los 16 cuerdas. El profesional completa esa nómina de títulos imprescindibles, y lo hace con la singularidad propia de las grandes obras.

El periodista deportivo Frank Hughes -alter ego del autor, W. C. Heinz, coautor de M.A.S.H. A novel about three army doctors, llevada al cine en 1970 por Robert Altman- acompaña a Eddie Brown en el último mes de preparación antes del combate por el título mundial de los pesos medios. Hughes observará, casi siempre en silencio y con los ojos muy abiertos, cómo ‘el profesional’, así llamado por su veterano mánager, Doc Carroll, afronta los últimos días previos antes del día que marcará, pase lo que pase, su carrera y toda su vida. Hughes no juzga. Ni pontifica. Solo está ahí, preguntándose una y otra vez que será de su reportaje si Eddie, simplemente, pierde.

El púgil esquiva todos los tópicos del género. Sí, el hijo de un yesero puede convertirse en campeón del mundo, épica inevitable pero casi evitada. Eddie es educado, cabal, sereno, honesto consigo mismo. Sabe que solo tendrá una oportunidad, que también será la última de su baqueteado mánager. En El profesional no hay combates amañados. Ni mafiosos que fuman y apuestan alrededor del ring. Ni esposas que lloran por una profesión, la de su marido, que no comprenden. Eddie Brown pelea porque no sabe hacer otra cosa. Doc Carroll es la sabiduría pugilística en persona. La esposa de Eddie, fría como un témpano, ve en su marido visibilidad social y dinero.

Por la novela desfila una amplia galería de personajes gracias a los que Hughes describe un mundo perdido, previo a las retransmisiones televisivas que cambiarían el deporte a partir de los años 50 del pasado siglo. Endogámico y en su mayoría oscuro. Boxeadores, muchos sin talento y a la vez sin escrúpulos, periodistas tóxicos, entrenadores perniciosos, médicos ambiciosos.

Frases cortas, diálogos rápidos al estilo del Nuevo Periodismo. W. C. Heinz recuerda en boca de su alter ego que el boxeo es el deporte primigenio, ese en el que coinciden los jugadores de cualquier otro deporte cuando todo se vuelve extremo, se quitan los guantes y corren uno en busca del otro. El único deporte “en el que se derrota por completo a un hombre”. De paso, El profesional está repleta de reflexiones sobre el oficio de contar una historia. Sobre la empatía, la confianza y las inevitables jugarretas del destino. Puro boxeo y pura vida.

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