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Effi Briest

18 de diciembre de 2016. Sra. Castro

Effi Briest es una de las obras más notable de Theodor Fontane, quien a su vez es uno de los escritores más notable en lengua alemana. Effi Briest es una novela de madurez —apareció dos años antes de la muerte de su autor— y se engloba dentro del epígrafe «novelas de mujeres» que es posible distinguir en su producción, junto a títulos como La adúltera o La señora Jenny Treibel, de la que ya hablamos aquí.

En Effi Briest, su obra magna, Theodor Fontane aborda de nuevo el tema del adulterio femenino (un tema curiosamente reincidente en el realismo del XIX, de cuya vertiente alemana fue Fontane máximo representante), pero no lo aborda desde una perspectiva progresista, como en La adúltera, cuya protagonista se divorcia en un intento de tomar las riendas de su vida. Por el contrario, Effi Briest se pliega a las convenciones del género (sí, la novela de mujer adúltera del XIX puede ser considerada un género en sí misma), incluido ese final que cualquier lector avezado puede imaginar.

Effi Briest es una joven espontánea, vital y, por su edad, inmadura, que se casa con un hombre mucho mayor. El matrimonio es el único destino posible y que sea un matrimonio ventajoso, como lo es el de Effi, es lo máximo que puede pedir una mujer. Effi acepta su destino no sin complacencia, pues el esposo es barón y gobernador provincial y le parece halagador ocupar una tan alta posición social siendo tan joven. En resumen, Effi se casa sin tener ni idea de lo que es el matrimonio ni, por consiguiente, lo que puede esperar de la vida de casada. En Kessin, una ciudad provinciana, lo descubrirá.

Sin embargo, el autor no penetra en lo profundo del corazón o el pensamiento de su protagonista. No hay apenas, por no decir nunca, momentos de introspección. Hay muchas cosas de Effi que sabemos indirectamente, a través de los diálogos de otros personajes (diálogos muy cuidados, en los que siempre se esconden claves sobre los personajes), pero rara vez es la propia Effi o el narrador quienes los expresan. Y esto vale también para Geert von Innstetten marido y antagonista de Effi.

Theodor Fontane se muestra en esta novela como un maestro de la elipsis. Describe la vida en Kessin, nos presenta a Crampas, el tercero en discordia, pero apenas alude a la caída de Effi. El lector sabe que está sucediendo, pero apenas por ciertas señales sutiles. De nuevo no existe un momento de reflexión ni de la protagonista ni del narrador que se detenga en tan importante acontecimiento.

Y cuando, tiempo después de haberse acabado, la relación de Effi y Crampas se descubra, Innstetten actuará conforme a las normas sociales a las que considera que se debe. Ama a su esposa, pero por encima de ese amor está el correcto funcionamiento de la sociedad a la que él, como funcionario público, representa.

Innstetten, así se lo describe Crampas a Effi en una ocasión (de nuevo los personajes dando las claves de la historia con sus palabras) es un educador. Necesita dar ejemplo para que el mundo funcione como debe funcionar, como está establecido. Innstetten, sin duda, es un hombre ambicioso, pero tiene poca imaginación.

Stendhal dijo (o no) que una novela es un espejo que se pasea a lo largo de un camino. El camino es la vida, la novela su espejo. Eso es el realismo. Pero en las novelas sobre mujeres adúlteras, tan abundantes en el siglo XIX (insisto, un género en sí mismo), al realismo se le ve el plumero. ¿Describen sus autores la realidad tal cual es o describen la realidad como quieren que sea, como quieren que prevalezca?

Al parecer Effi Briest estuvo basada en un hecho real. Sin embargo, qué cómoda la actitud de la mujer que asume su culpa y se echa a un lado compungida, dispuesta a hacer penitencia por sus pecados. Como Innstetten, Theodor Fontane (y el resto de escritores realistas de la época) es un educador. Con sus obras defiende el orden burgués y da una lección, magistralmente escrita, eso sí: así funciona el mundo y así debe seguir funcionando, porque así queremos que funcione.

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