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Doctor Sueño

18 de febrero de 2014. José Martínez Ros

Hace mucho tiempo que no leía una novela de Stephen King. Siendo un adolescente devoré un montón de sus pequeños clásicos, como Cementerio de mascotas, Carrie, Cujo, las primeras entregas de La torre oscura... y también El resplandor, una de sus mejores novelas, cuya adaptación al cine por Stanley Kubrick (aunque King siempre ha renegado de ella) le ha conferido una fama universal. Así que había llegado el momento de responder a la pregunta, ¿qué tal se lee a Stephen King de adulto?

Respuesta: bastante bien. Stephen King, aparte de un profesional consumado como prueba su breve y muy recomendable ensayo biográfico-literario Mientras escribo, uno de los tratados sobre el arte de la escritura más sensatos y lógicos jamás escritos, es lo que podríamos llamar un gran escritor de género. Un escritor capaz de crear atmósferas inquietantes, imaginar personajes complejos y contradictorios, dosificar la información, crear suspense y una progresión narrativa. Y en el género que lo ha convertido en uno de los literatos más famosos de la historia, la literatura de terror popular, no tiene demasiados rivales a su altura. Incluso, dentro de sus límites ha llegado a escribir una novela absolutamente magistral, comparable a las mejores obras de una Patricia Highsmith o Graham Greene y que, curiosamente, es una de las pocas desprovistas de elementos fantásticos: Misery.

Doctor Sueño intenta responder a la pregunta ¿qué fue de Danny Torrance después de los acontecimientos relatados en El Resplandor? La novela se inicia con lo que se puede considerar un epílogo de esta novela, unas páginas sobrias y escalofriantes que muestran como Danny y su madre son perseguidos por los espectros del Hotel Overlook (y por los recuerdos de lo que ocurrió allí). Y a continuación, en los que son los mejores capítulos de esta novela, nos muestra la caída en el alcoholismo del Danny-adulto, su decadencia física y mental, su vagabundeo sin rumbo por América: un formidable estudio de la lucha incesante de todo adicto por liberarse de la sustancia que lo esclaviza y que demuestra que, bajo la superficie bestselera del Rey del terror, hay un estupendo escritor realista. Sin embargo, la segunda mitad de la novela no es tan brillante y parece más convencional.

Hay una niña, Abra, dotada de los mismos poderes psíquicos de Danny, que se pone en contacto con él de forma telepática, ya que está siendo acechada por una misteriosa, secreta y antigua cofradía de “vampiros mentales” que desean robar sus poderes. Abra es una combinación de la Charlie McGee de Ojos de Fuego y de la Carrie de su novela homónima (si se hubiera criado en una familia sana y feliz), pasadas por un filtro azucarado: digamos que es una adolescente demasiado encantadora, ingenua y luminosa para resultar creíble. Y la amenaza de esos “vampiros”, El Nudo Verdadero, como se llaman a sí mismos, no es tan terrible como cabría esperar en un forjador de terrores inolvidables como King. El final, no obstante, es bastante sorprendente y nos recuerda que el escritor siempre tiene una o dos cartas debajo de la manga. Aunque no se cuenta entre sus mejores obras, Doctor Sueño es una lectura veloz y absorbente. El Rey sigue firmemente en su trono.

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