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Ábreme con cuidado

22 de febrero de 2016. Lola J.C Elkin

Ábreme con cuidado… lee la nota de Emily a Susan.

Nombrar a Emily Dickinson ya es garantía de que hay algo interesante de por medio, si a su nombre le acompaña el de Virginia Woolf, Patricia Highsmith o Carson McCullers, a cualquier feminista —hombre o mujer— se le hace la boca agua. Pero en esta antología de relatos que nos lanzan desde la siempre original editorial Dos Bigotes, no son cuatro las protagonistas sino nueve… (o más bien dieciocho si contamos también a las autoras de los textos, citadas más abajo). A las mencionadas figuras referenciales de la literatura modernista escrita por mujeres del pasado siglo (y en el caso de Dickinson del anterior también), se suman otras cuatro menos leídas y/o conocidas —sea por desconocimiento o por prejuicio—, como es el caso de Gloria Fuertes, apasionada escritora que, como bien cuenta la autora de su relato, fue algo más que la “poeta de los niños”; Natalie Clifford Barney, la novelista lesbiana más rotunda con respecto a su orientación sexual y abierta defensa del poliamor, en sociedades tan dispares como la rígida era Victoriana o la aperturista Belle Epoque (vivió casi cien años); Elizabeth Bishop, laureada poeta estadounidense, premio Pulitzer e icono de la poesía lésbica del siglo XX; Marguerite Yourcenar, escritora y traductora belga (a la que las lectoras y lectores franceses deben agradecer poder leer Las olas de Virginia Woolf en ese idioma); y remontándonos unos cuantos siglos atrás, Aphra Behn, primera escritora profesional conocida en Gran Bretaña y que a la mayoría solo nos suena por las alabanzas que le brinda la omnipresente Virginia Woolf en su ensayo feminista Una habitación propia. No es necesario decir más para ver que queda sobradamente justificado el que todas ellas anden juntas y revueltas en una misma antología.

Sobre esta sublime suma de verbos femeninos no hay objeción posible, pero ¿pasa lo mismo con las autoras que suscriben los relatos? Si bien es cierto que las antologías son irregulares de muchas maneras por propia definición, cuando esa desigualdad se da en la calidad literaria, resulta algo más difícil de encajar sin que afecte a la valoración global de la obra. Imagino que en el caso de Ábreme con cuidado la intención es la de alcanzar a varios tipos de lectoras y lectores —aunque estos seguro que serán bastante menos— con un interés común por la literatura lésbica en su sentido más amplio (véase la definición y explicación que hace Gloria Fortún en su magnífico prólogo). La diferencia tan amplia de estilos dificulta que te lleguen todos los relatos por igual, en mi caso siendo una minoría los que lo consiguen. Lo que en un principio parece un planteamiento generoso, finalmente creo que priva al lector más exigente de esa sensación tan grata de plenitud al acabar un libro.

Como toda lectura es subjetiva, no diré que hay relatos mejores o peores con respecto a su planteamiento o forma de enfrentarse al reto de construir una historia ficticia entorno a un escritor real o a su obra. Lo que sí haré es mencionar de forma breve los que más me han gustado y porqué. Curiosamente todos ellos tienen como protagonistas en primera persona a las autoras homenajeadas, que en mi opinión es la forma más efectiva para satisfacer las expectativas de sus seguidoras, esas que compran el libro precisamente por la relación directa con sus ídolos literarios y no solo por leer un relato lésbico, dónde podrían o no ser mencionadas y la historia no cambiaría demasiado. El relato #Marimaryeva podría ser un ejemplo de esto último, ya que aunque una de sus protagonistas está releyendo Carol de Patricia Highsmith (novela de cabecera para casi cualquier lesbiana, popular ahora a mayor escala gracias a su reciente adaptación al cine), no deja de ser una historia de amor entre dos chicas cualquiera que te puede cautivar más o menos, pero con total independencia de si te interesa la obra o figura de Highsmith.

Si hay un relato en esta antología que cumple con esa labor de investigación previa, necesaria para otorgar sustancia a su contenido y enriquecer la lectura con curiosidades, referencias bibliográficas y datos contrastados, hábilmente entremezclados con elementos y personajes imaginarios, es el de Pilar Bellver. A Virginia le gustaba Vita, abre una ventana, en un detallado pero ficcional relato epistolar (basado en cartas reales, eso sí), a la relación amorosa entre Virginia Woolf y la también escritora Vita Sackville West, en la que se dice basó su novela Orlando (su obra más lésbica de todas y donde explora libremente el tema de la identidad de género y la sexualidad), y a la que se alude con frecuencia, a través de anécdotas y localizaciones, en el relato. El siguiente texto que e mi opinión destaca, pero por otros motivos es El éxtasis de la palabra de Carmen Cuenca, en el que la autora hace un acercamiento exquisito al amor contenido que sentía Emily Dickinson hacia su futura cuñada Susan Huntington, captando en el proceso la esencia lírica, delicada y potente de la icónica poeta estadounidense. El tercero de estos cuentos sáficos que me han hablado y con el que he conectado de alguna manera es el de Tu nombre me lo callo de Gloria Bosch Maza sobre Gloria Fuertes, una apasionada y reveladora carta de amor escrita por la poeta (sin base verídica más allá de las referencias familiares y las numerosas citas de sus versos) dirigida a un amor anónimo.

Ábreme con cuidado es un libro para abrir sin cuidado ni prejuicios, pero también sin las expectativas que marcan los grandes nombres de su portada —para literatura de altos vuelos mejor recurrir a los originales—; por otro lado, si esta publicación sirve para animar a la lectura de sus referentes, bienvenidas sean sus plumas renovadas.

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