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Aforismos sobre el arte de vivir

22 de enero de 2013. Sr. Molina

Con un título como éste (Aforismos sobre el arte de vivir) tal vez habrá quien crea que el ilustre pensador alemán Arthur Schopenhauer tuvo un receso en su acendrado pesimismo filosófico y legó a la posteridad una obra de autoayuda en la mejor (es un decir…) tradición de los best-sellers de hoy día. Por supuesto, esto no es así en absoluto. Con este título el autor pretende agrupar una serie de observaciones que permitan al lector perseguir una vida lo más feliz posible; algo que, en opinión de Schopenhauer, y como tiene a bien exponer en el prólogo, contradice toda su visión filosófica. No obstante, el alemán nos regaló un breviario de observaciones, ideas, consejos y experiencias que constituye un delicioso repaso por los vicios y virtudes del ser humano; un breviario inteligente, juicioso, cabal, lleno de pertinentes tesis y cuyo único lastre —y esto es plenamente discutible, ya que se puede estar en total acuerdo con el autor— quizá pueda ser la inveterada misantropía del autor.

Lo curioso del caso es que un filósofo como Schopenhauer, epítome del pesimismo, pudiera regalar a la posteridad un libro repleto de sentido común y buenas indicaciones para llevar una vida feliz. Algo tan sencillo como que la felicidad reside, en buena parte, en nosotros mismos es un mantra repetido después hasta la saciedad, pero que no por ello deja de ser una verdad inmarcesible. Pues, como el propio escritor expone.

Y es que Schopenhauer divide los elementos que proporcionan la felicidad en tres clases: lo que uno es,lo que uno tiene y lo que uno representa. Aunque dedica una gran parte del libro a los dos segundos, lo cierto es que pone el acento en remarcar la importancia del primero. Porque el pensador alemán cree que «lo que alguien es y posee en sí mismo, es decir, la personalidad y el valor de ésta, es lo único que afecta directamente a la dicha y al bienestar propios»; de ahí que radique la alegría de vivir en el equilibrio entre la paz interior y el trato apacible con el mundo.

Esto último, no obstante, es quizá lo más complicado para el autor, defensor de la tesis de que el grueso de la sociedad es banal, hipócrita, superficial y estólida. Es, pues, en la soledad donde «se muestra lo que cada uno lleva en su interior»; de forma que «el hombre talentoso puebla y vivifica con sus pensamientos hasta el entorno más estéril». Schpenhauer defiende el retiro y el cultivo del pensamiento como la actividad más fructífera para una vida feliz, ya que así el hombre se asegura una continua fuente de alegrías. «No cabe esperar mucho de los demás», sostiene al cabo, «y, en general, de fuera, en ningún sentido.» Para ese hombre “autosuficiente” los placeres pueden provenir del conocimiento, frente a los actos que apelan a la voluntad; es decir, a la parte más física e inmediata. Por eso a las personas cultivadas, preocupadas por el saber, les es más sencillo mantener un estado de felicidad constante, mientras que el común de los hombres, afanados en la persecución de placeres efímeros e inmediatos, suele caer en la angustia y la abulia.

Como doctrina pseudo-filosófica, está claro que la tesis de Schopenhauer puede ser discutida, pero no cabe duda de que sus indicaciones y consejos tienen mucho valor. Los únicos puntos rebatibles son aquellos que tienen que ver con su contumaz misoginia y con algunos ramalazos de xenofobia; justificarlos aludiendo a la cultura de su tiempo y las costumbres sociales de la época sería hacer un flaco favor a aquellos que sí que estuvieron comprometidos con el progreso social. Con todo, sí que es cierto que Aforismos sobre el arte de vivir es un ensayo delicioso, repleto de verdades, de sentido común y de humanidad, y cuyo contenido deleita no sólo a cualquier amante de la literatura (porque Schopenhauer era un magnífico prosista), sino a cualquier persona de recta intención.

 

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