Los escritores españoles y Facebook

08 de enero de 2014. Estandarte.com

El escritor Miguel Espigado difunde en estos días un artículo —con ánimo de manifiesto— llamado Escritores contra la vigilancia: una crítica al Facebook literario. Espigado se inspira en Escritores contra la vigilancia masiva, la reclamación firmada por más de quinientos intelectuales de todo el mundo —entre los firmantes, apunta Espigado, cuentan cinco premios nóveles [sic] y otros nombres de enorme prestigio—, y en la que se protestaba contra el espionaje en la Red por parte de empresas y Estados.

El texto original —que respaldan J. M. Coetzee, Günter Grass, Ian McEwan o Antonio Muñoz Molina— se centra en el derecho a la intimidad de la ciudadanía, entendido como un pilar básico de la democracia; estos escritores insisten en la protección de los derechos del individuo, la libertad y la transparencia como ejes que guían su discurso.

Sin embargo, la propuesta de Miguel Espigado —que en su día promovió la carta en apoyo a Agustín Fernández Mallo, tras la retirada de su obra El Hacedor (de Borges). Remake por petición de María Kodama— limita su difusión al mundillo literario español, y aspira a plantear un debate que nace de esa venta de datos de los usuarios de Facebook, aunque vira pronto hacia asuntos como la frivolización de la crítica cultural o el triunfo de la autopromoción frente al mensaje intelectual y estético.

El texto de Miguel Espigado —hasta nueve páginas con distintos epígrafes, como ¿Y si fuera la vanguardia del pensamiento reaccionario?, Sensacionalismo o Comportamientos patológicos— pretende criticar el uso que de Facebook hacen los escritores españoles, empoderando Facebook con una participación acrítica y gestionando su mensaje según los criterios del marketing. El uso de Facebook por parte de escritores, editores y otros miembros del campo literario ha transformado el marketing y la socialización en el centro mismo del intercambio cultural, provocando distorsiones preocupantes.

Espigado ha enviado a un buen número de lectores, escritores y editores su artículo, animándoles a compartir sus opiniones en los comentarios de su blog, a modo de mesa redonda virtual, para redactar un segundo artículo donde se recojan esas intervenciones si la participación es significativa. Chirría que la iniciativa parta de un escritor que mantiene una página de fans en Facebook —que usa para publicar enlaces a las nuevas publicaciones de mi blog— y que, en uno de sus estados, solicita a sus seguidores que seleccionen me gusta en este comentario para que suba en los muros y todos mis contactos puedan verlo, de acuerdo con esa tendencia a la autopromoción típica de Facebook, contra la que él mismo arremete en su artículo.

Sin embargo, Miguel Espigado reconoce haber cometido todos y cada uno de los errores que hoy me atrevo a criticar. Quien esté libre de pecado... Así pues, incoherencias aparte, merece la pena —por curiosidad, por pura reflexión— leer el trabajo de Miguel Espigado sobre el comportamiento en Facebook de los escritores españoles.