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Bookcrossing en la cabina telefónica

Libros gratis en cada esquina de NY gracias al arquitecto John Locke.

11 de agosto de 2012. Estandarte.com

Qué: El arquitecto John Locke aprovecha las obsoletas cabinas telefónicas y crea puntos de bookcrossing. ¡Libros gratis en Nueva York!

El auge del teléfono móvil ha transformado las cabinas telefónicas en reliquias de otra época. ¿Vale la pena mantenerlas, o por el contrario su destino no es otro que el de la chatarrería? El arquitecto John Locke ha optado por salvar algunas cabinas telefónicas de Nueva York convirtiéndolas en puntos de bookcrossing o, lo que es lo mismo, librerías gratuitas.

Hay 13.650 cabinas telefónicas en las aceras de Nueva York, a pesar de que existen más de 17 millones de teléfonos móviles, reflexionaba John Locke al iniciar su experiencia. ¿Son las cabinas telefónicas un anacronismo o una oportunidad?, se preguntaba, apostando por la última opción. Resulta tan sencillo —y barato— como colocar unas repisas naranjas en los espacios vacíos de la cabina. El efecto llamada —a raíz de los primeros libros que John Locke ofreció en la improvisada librería gratuita— animó a otros lectores a dejar allí los títulos que ya no necesitaban.

John Locke situó el primer foco de bookcrossing en una cabina telefónica en la 96th Street, con récord de desapariciones: seis horas para que no quedase ningún libro, diez días para que se llevasen las repisas. El segundo, en una cabina telefónica cercana a la parada de metro de Broadway, todavía se mantiene; perfeccionó el método pegando logos del proyecto en los lomos de los libros. Levantó la tercera cabina-librería hace apenas unas semanas, en la esquina noroeste de la 87th con Amsterdam Avenue, con una innovación: la leyenda toma un libro / deja un libro en los laterales de las estanterías.

Existen iniciativas similares a las cabinas de bookcrossing de John Locke: una campaña impulsada en Gran Bretaña invitaba a apadrinar con nuevos usos las tradicionales cabinas rojas, iconos de un país que se convirtieron en zona de bookcrossing, sí, pero también en lugar para intervenciones artísticas o punto de información para el turista; y otra en Los Ángeles, ideada por la artista local Amy Inouye, teñía la cabina con un simpático tono de barrio, acercando el bookcrossing a sus habitantes.

Las intervenciones neoyorquinas forman parte del proyecto DUB (Departamento de Mejora Urbana), con el que John Locke busca otorgar otro significado a elementos emblemáticos de la ciudad. Con DUB y las cabinas telefónicas reintentadas como librería gratuita, John Locke persigue un doble objetivo: compartir cultura sin coste alguno en la ciudad, puesto que la propuesta consiste en tomar un libro y dejar otro en su lugar, y reivindicar la función de las cabinas, otorgándoles otro uso. Cualquier lugar sirve para reivindicar la lectura...

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