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Repensando las narrativas de dolor y pérdida en la literatura y el cine contemporáneo

Exploramos qué significa enfrentarse al dolor desde una perspectiva que rehúye los finales heroicos.

01 de octubre de 2024. Estandarte.com

Qué: La narrativa del duelo

Desde la Odisea de Homero hasta la última entrega de Star Wars, el concepto del "viaje del héroe" ha dominado gran parte de las narrativas humanas. Esta estructura mítica, el monomito, desarrollada por Joseph Campbell, nos ofrece la historia clásica del individuo que enfrenta desafíos extraordinarios, crece a través de ellos y regresa transformado.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la verdadera historia no trata sobre la victoria, sino sobre la pérdida y el duelo? ¿Dónde queda el relato de aquellos que no encuentran redención, sino que simplemente sobreviven a una pérdida devastadora? En su artículo Grief That Speaks (El dolor que habla) publicado en The Hedgehog Review, Aaron Brown ofrece una visión provocadora de cómo el duelo puede y debe ser visto como un motor narrativo central en las historias contemporáneas. Brown enseña Lengua Inglesa en la Universidad LeTourneau y es el autor de las memorias Less Than What You Once Were .

Brown comienza su análisis destacando la manera en que películas como Nomadland, dirigida por Chloé Zhao, retan la idea del viaje del héroe. La protagonista, Fern, no emprende su viaje como una búsqueda de autodescubrimiento heroico, sino impulsada por el dolor de la pérdida de su esposo y de la vida que alguna vez tuvo. Aquí, el viaje no es un retorno triunfante, sino un proceso continuo de lidiar con la ausencia. Fern se convierte en una figura que se mueve entre espacios físicos y emocionales, en un intento no de vencer el dolor, sino de coexistir con él. Según Brown, “el duelo se convierte en la base de la narrativa, una fuerza que define las decisiones y el movimiento del personaje”. En lugar de una aventura épica, lo que vemos es un relato profundo y silencioso sobre la resiliencia, sobre el proceso humano de aprender a vivir cuando las certezas se han roto.

Otro ejemplo crucial que Aaron Brown utiliza para ilustrar el poder del duelo como núcleo narrativo es el de la tragedia clásica, como Medea de Eurípides. Medea, traicionada y abandonada por su esposo Jasón, responde con acciones que muestran el rostro más oscuro del dolor. La obra de Eurípides nos recuerda que el duelo no siempre conduce a una forma superior de comprensión o a una transformación positiva. Más bien, en el caso de Medea, es un motor de destrucción tanto para ella misma como para aquellos que la rodean. “El duelo está en el centro de la obra”, menciona Brown, “y empuja a Medea hacia actos extremos que la hacen a la vez víctima y antagonista”. En este sentido, el duelo se convierte en una fuerza narrativa poderosa, capaz de transformar no solo al individuo que lo sufre, sino de alterar el curso de toda una historia.

Brown también subraya la importancia de obras contemporáneas como el poemario The Unwalled City de Robert Cording, donde el autor explora la “doble pérdida”: la muerte de su hijo y la pérdida de la vida tal como la conocía antes de esa tragedia. La poesía de Cording muestra cómo el duelo es un proceso que no tiene un final definitivo; es un eco constante que sigue resonando en la vida del sobreviviente, redefiniendo su existencia a cada paso. Tal y como señala Brown, “el duelo nunca es completo; continúa regresando al momento central de la pérdida”, evidenciando que el sufrimiento no es solo una etapa que se supera, sino una parte integral y duradera de la experiencia humana. Es un recordatorio de que la narrativa de la vida real a menudo no ofrece cierres, sino que está marcada por la aceptación de lo incompleto.

El análisis de Aaron Brown invita a reconsiderar las expectativas que tenemos respecto a cómo se representan la pérdida y el sufrimiento en la literatura y el cine. Mientras que el viaje del héroe ofrece una promesa de superación y de sentido final, el duelo nos enfrenta a la incertidumbre, a la posibilidad de que algunas heridas no sanen del todo, y de que algunas historias no concluyan con un arco redentor. Películas como Nomadland o textos como Medea y The Unwalled City nos muestran que, a veces, el verdadero acto de valentía no es vencer la adversidad, sino aprender a vivir con ella, a seguir adelante mientras llevamos el peso de lo perdido.

El dolor tiene su propia narrativa, y su presencia en nuestras historias no es menos significativa que la de las victorias heroicas. Como bien plantea Brown, reconocer el duelo como parte central de la experiencia humana nos permite conectar con relatos más auténticos, más próximos a lo que significa realmente estar vivo: convivir con la alegría y la tristeza, con la plenitud y la pérdida, en un equilibrio precario pero profundamente humano.

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