Los galardones de la Semana Negra de Gijón

22 de julio de 2021. Estandarte

Durante la Semana Negra de Gijón se otorgan todos los años los prestigiosos premios Dashiell Hammett, Rodolfo Walsh, Espartaco, Silverio Cañada y Celsius, que contribuyen a celebrar el libro y la lectura, principal razón de ser de este veterano festival.

Estos galardones ponen el foco sobre interesantes y sugerentes lecturas y sobre autores a seguir. En su XXXIV edición, la celebrada en julio de 2021, estos han sido los ganadores y finalistas:

El Premio Dashiell Hammett a la mejor novela policíaca escrita en español ha sido para Catedrales, de Claudia Piñeiro, editada por Alfaguara.

Esta novela ahonda con maestría en los lazos familiares, en los prejuicios sociales y en las ideologías e instituciones que marcan los mundos privados a través de un caso que treinta años atrás se cerró sin culpables y que vuelve a la luz por la persistencia del padre de la adolescente que fue asesinada.

El jurado, compuesto por Berna González Harbour, Marta Barrio, Mariano Sánchez Soler, Miguel Barrero y Jesús Palacios, considera que «se trata de una novela negra no canónica en la que, de forma coral, cada personaje aporta su versión a la construcción de una historia que va adquiriendo una dimensión extraordinaria. Con gran riqueza literaria, con variedad de recursos estilísticos y con un profundo conocimiento de la condición humana, Piñeiro borda una trama de contradicciones y zonas grises que reflejan la realidad de la vida. Catedrales es una novela comprometida con las más duras situaciones que puede afrontar una mujer a causa de la hipocresía y los prejuicios religiosos».

Junto a la obra de Piñeiro, los finalistas en esta edición han sido Pequeñas mujeres rojas, de Marta Sanz (Anagrama); Las Jaurías, de Alberto Gil (Roca Editorial); La noche de plata, de Elia Barceló (Roca Editorial), y El mal de Corcira, de Loranzo Silva (Destino).

El Premio Rodolfo Walsh a la mejor obra de tema criminal de no ficción escrita en español ha sido para Aquí no hemos venido a estudiar, de Enric Juliana.

Editada por Arpa, Aquí no hemos venido a estudiar se sitúa en la prisión de Burgos en 1962 y hace memoria de una discusión entre Ramón Ormazábal y Manuel Moreno Mauricio.

El régimen franquista aparentemente se tambalea y estos dos comunistas divergen sobre si hay que acelerar la lucha o prepararse intelectualmente para la libertad y para ejercer una resistencia a largo plazo. Con esta discusión de fondo, la obra pone el foco en aspectos del franquismo y de sus opositores. 

Los componentes del jurado, M. F. Antuña, José Luis Argüelles, Pablo Batalla Cueto y Pepe Gálvez, han valorado también muy positivamente al resto de finalistas: la valentía de PornoXplotación, de Mabel Lozano y Pablo J. Conellie (Alrevés); la prolija documentación de Los ricos de Franco, de Mariano Sánchez Soler (Roca Editorial), y la ambición, laboriosidad y bella factura literaria de Hijos del carbón, de Noemí Sabugal (Alfaguara).

El jurado del Premio Espartaco a la mejor novela histórica, formado por Verónica García-Peña, Luis García Jambrina, Alfonso Mateo-Sagasta y Rafael González Ruiz, ha concedido el galardón a la obra El cocinero y la ostra, de Lucía Núñez.

La autora en esta su primera novela viaja a la Francia de mediados del siglo XVIII. Allí, como cuenta la sinopsis de la editorial Reino de Cordelia, Luis XV quiere reunirse con su nueva amante Catherine de Beauprè lejos de las multitudes de Versalles, concretamente en el château des Ormes, cerca de Poitiers. Diego de Hurtado, mâitre de cocina y aventurero, es enviado al château, residencia estival de los condes de Argenson, para espiar ese encuentro.

Los otros tres finalistas del Espartaco han sido Némesis, de Sabastián Roa (Harper Collins); La voz y la espalda, de Vic Echegoyen (Edhasa), y La reina, de Gabriela Saidon (Planeta).

El Premio Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela negra publicada en español es para Arena, de Miguel Ángel Oeste, editada por Tusquets. De esta obra, el jurado, compuesto por Luis Artigue, Noemí Sabugal, Carolina Sarmiento, José Manuel Estébanez y Carmen Molina, ha valorado: «la atmósfera de novela negra heredera del realismo sucio y la novela de iniciación de los ochenta, que te revuelve y te golpea con su lectura; el desarrollo y la fuerza psicológica del personaje principal, Bruno; y el uso por parte del autor de una voz narrativa coherente».

El resto de finalistas han sido Los gatos salvajes de Kerguelen, de Marta Barrio (Altamarea); El accidente de Lauren Marsh, de Guillem Morales (Plaza & Janés), y Causas urgentes, de Paula Rodríguez (Editorial Sudamericana).

El Premio Celsius a la mejor novela de fantasía, ciencia ficción o terror ha sido para Constelaciones familiares, de Ana Llurba. Se trata de una colección de trece relatos en los que asomándose a temas como la exploración de la sexualidad, la amistad o los vínculos afectivos con otras especies y con seres mitológicos, la autora descubre una cotidianidad enrarecida con la que, como apunta la sinopsis de la editorial Aristas Martínez, «nos agarra de la mano para llevarnos hasta el paraje más vacilante de nuestras mentes y abandonarnos allí, tras apagar la luz, para que emprendamos el camino de vuelta solos y a oscuras».

El jurado del Celsius lo han formado Rakel Suarez Hernández, Julio Cesar Iglesias Rodríguez y Germán Menéndez Flórez.

Junto a Constelaciones familiares, los finalistas han sido La Tetera de Russell, de Pablo Sebastiá Tirado (Reino de Cordelia); Para comerte mejor, de Giovanna Rivero (Aristas Martínez), y Malasangre, de Michelle Roche Rodríguez (Anagrama).