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Si escribe en español, ¿es catalán?

El presidente del Conca quiere abrir sus galardones a los escritores en español.

18 de agosto de 2012. Estandarte

Qué: Carles Duarte, presidente del Conca, se plantea si un escritor catalán en español podría obtener el Premi Nacional de Cultura.

Carles Duarte, presidente del Consell Nacional de la Cultura i les Arts (Conca), ha desatado esta semana una polémica quizá magnificada por la ausencia en verano de noticias de mayor calado, pero que de forma recurrente, cada cierto tiempo, regresa a la actualidad y suscita de nuevo el debate. Este poeta y lingüista —secretario general de Presidencia con Jordi Pujol— consideró en unas declaraciones la posibilidad de que un escritor nacido en Cataluña, pero que desarrolle su obra literaria en español, pueda optar al Premi Nacional de Cultura —en la categoría de literatura— otorgado cada año por la Generalitat de Catalunya. En su opinión, debería ser posible que un autor catalán que no escriba en catalán merezca el reconocimiento, puesto que ya no es un premio de literatura catalana.

Estas dudas de Carles Duarte —que intentan sondear la opinión del mundo de la cultura catalana con respecto a este espinoso asunto— implicarían, de materializarse, un cambio en las bases de la convocatoria para el año próximo del Premi Nacional de Cultura, que así incluirían las candidaturas de autores fundamentales como Luis Goytisolo, Eduardo Mendoza o Enrique Vila-Matas, por mencionar solo tres nombres fundamentales para los lectores de hoy. Carles Duarte explicó en una entrevista a EFE que en otras modalidades no existe ese desagravio, y remito al fallo de este año en la categoría de cine, que ha recaído en Isaki Lacuesta, que rueda en español.

Sin embargo, el apartado de literatura se ha limitado a distinguir a escritores que solo escriben en catalán o alternan los dos idiomas: en su palmarés figuran Pere Gimferrer o Carme Riera, por ejemplo, pero no Juan Marsé o Ana María Matute. El presidente del Conca ha reivindicado que se mezclan las cuestiones académicas con las sociales, reconociendo que algunos de estos autores que escriben en castellano en Catalunya no son tratados justamente. Quedan en medio, y parece que desde determinados espacios literarios españoles se les considera catalanes, y en Catalunya no se les acaba de reconocer del todo.

Recordemos que el Premi Nacional de Cultura, en cuanto a las disciplinas literarias, equivaldría al Premio Nacional de las Letras con el que la ahora Secretaría de Cultura española reconoce los méritos de toda una carrera. ¿Una paradoja? El encargado de inaugurar el Premio Nacional de las Letras español en 1984 fue J. V. Foix, que escribió en lengua catalana; a él se unieron cuatro autores más que alternaron catalán y español (Joan Coromines en 1989, Pere Gimferrer en 1998, Miquel Batllori en 2001 y Josep Maria Castellet en 2010) y uno más, Joan Perucho en 2002, con obra solo en catalán. Seis premiados de un total de veintiocho, en el que no figuran escritores en euskera o gallego; tampoco en el minoritario aranés o en otras lenguas no oficiales, como el aragonés o el asturiano.

Ferran Mascarell, conseller de Cultura de la Generalitat —gobernada por CIU—, ya ha hecho pública su intención de respetar la decisión del Conca, sea cual sea; por su parte, el diputado Alfred Bosch (ERC) se ha mostrado contrario a la propuesta de Carles Duarte, proclamando que cada nación defiende aquella literatura hecha con el idioma que le es propio. Es lo lógico. ¿Cuál es la función del Premi Nacional de Cultura Catalana? ¿Premiar obras en castellano? No se creó con esa función.

Ante esto, el conciliador Duarte ha afirmado que es un problema que se tiene que resolver desde la cordialidad, el sentido común y la generosidad de todo el mundo. Las instituciones catalanas deben potenciar la creación en catalán porque es la lengua que nació en este país, considera Duarte, pero también tiene que haber un reconocimiento como propio de lo que es la realidad cultural expresada en castellano. El contexto político, prosigue, genera escenarios de desconfianza colectiva, y que luego acaban pagando personas que no tienen ninguna culpa.

La polémica no sorprende. Si nos remontamos a la Feria del Libro de Frankfurt de 2007, en la que la cultura catalana fue la invitada de honor, la Generalitat no incluyó a ningún escritor catalán en español entre su lista de asistentes. La ausencia de nombres capitales como los que ya hemos mencionado anteriormente provocó ríos de tinta, preguntas... y ninguna respuesta. ¿Un escritor catalán, gallego o vasco que no escriba en español es un escritor catalán, gallego o vasco? ¿Qué ocurre con los escritores baleares o valencianos, asturianos o aragoneses, en la misma situación? ¿El idioma, y no el lugar de nacimiento o residencia, define el adjetivo.

En todo caso, honra a Carles Duarte su intención de replantear un poco estos premios, para que se acerquen al objetivo de asociarlos a la excelencia o capacidad de proyección simbólica, más allá de intereses que ninguna relación guardan con la literatura.

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