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El maravilloso mundo de las plantas

El reino ignorado: una visión científica para entender el mundo de las plantas.

04 de junio de 2021. Estandarte.com

Qué: El reino ignorado Autor: David G. Jara Editorial: Editorial Ariel Año: 2018 Páginas: 272 Precio: 19,90 €

El reino ignorado, de David G. JaraCientífico y divulgador, David G. Jara ha escrito El reino ignorado para desmontar algunos tópicos sobre el fascinante mundo vegetal. Tópicos que empiezan por frases hechas o expresiones como esa según la cual, alguien inerte sin capacidad para interactuar con el exterior sería «un vegetal».

Pues no, no sería un vegetal, sino más bien un mueble o un ladrillo, porque las plantas no son los seres pasivos e insensibles que decoran parques y jardines: el mundo vegetal es complejo, dinámico, sensitivo y El reino ignorado, junto con su autor, se proponen darlo a conocer.

Las plantas interaccionan con un entorno cambiante, poseen una gigantesca diversidad de comportamientos y han desarrollado las más sorprendentes adaptaciones, que les han permitido colonizar todos los ecosistemas de este planeta.

Aunque no se estremezcan con la música clásica ni sientan dolor o empatía, y en muchos aspectos poco tengan que ver con las experiencias y los sentimientos humanos, conforman un grupo de seres extraordinarios que observan y se comunican, que son capaces de recordar acontecimientos, engañar, defenderse de sus depredadores, adaptarse a las condiciones ambientales más extremas, asociarse con todo tipo de organismos, cazar animales y aprovecharse, como el más avezado gorrón, de sus congéneres. ¿No es sorprendente?

Lo explica en El reino ignorado, David G. Jara, que es científico y profesor, compaginando la divulgación con la docencia en la especialidad de Biología y Geología en el CEO El Mirador de la Sierra en Villacastín (Segovia).

Para ello, Jara usa como herramienta la observación del medio que frecuenta: el medio natural, por un lado, y el medio escolar, por otro.  De sus alumnos, por ejemplo, dice que adoptan la posición de la Mimosa, cuando es hora de salir o participar en la clase, “eso de bajar la cabeza y arrugarse poco a poco en el pupitre, tratando de pasar desapercibidos ante el profesor”.

Se parece mucho a lo que hace la Mimosa pudica “y que consiste en retraer y replegar sus hojas en el momento en que el vegetal percibe un estímulo táctil: el contacto con un insecto, el roce con el cuerpo de un herbívoro o el ímpetu descontrolado de una ráfaga intensa de viento. Así, en pocos segundos una planta sana y vigorosa troca en otra mustia, marchita y, en definitiva, poco apetecible para los herbívoros que se la querían comer”.

Se trata de disimular o intentarlo, una estrategia de defensa como las púas que algunas plantas generan y que diversos estudios llevan a pensar que  “al menos en cuanto a su tamaño y densidad, no son una característica constitutiva e invariable del vegetal, sino que se trata de un rasgo inducido y dependiente de la presencia de algún herbívoro que las deprede”.  Adaptación y supervivencia en estado puro.

Otro ejemplo que pone David G. Jara es el del aviso entre los alumnos cuando uno se cerciora de que el profesor viene.  «¿Qué pensaríais si os digo que también las plantas se avisan unas a otras ante una posible amenaza, de un modo similar a como lo hacen las suricatas en el desierto o mis alumnos entre clase y clase?»

A continuación explica una de las primeras evidencias sobre la comunicación entre las plantas, un famoso estudio de la década de 1980 cuyos resultados revelaban la facultad que poseen para informar del daño del que están siendo objeto, ya sea por la acción de un herbívoro hambriento o por las tijeras del jardinero. «Pero lo que resultó, si cabe, más sorprendente es que no se trataba de simples quejas (…), sino que había otras plantas situadas a su alrededor que eran capaces de percibir esas lamentaciones. Más aún: además de percatarse de las quejas de sus compañeras, las plantas las interpretaban como un aviso de lo que les podía esperar». 

Y reaccionaban. El análisis de las muestras de las plantas lastimadas arrojó como resultado un incremento espectacular —hasta del 150 % en algunos casos— de una singular variedad de compuestos químicos de naturaleza fenólica en sus tejidos. «Mas lo realmente interesante no lo constituía el hecho de que los vegetales hubieran detectado al enemigo a través de las lesiones que este les había inferido, sino que las plantas ubicadas a su alrededor, intactas en toda su estructura, también habían aumentado de forma muy significativa la producción de las mismas sustancias defensivas que sus vecinas laceradas. Eso demostraba que estas últimas habían comunicado a las primeras el daño que estaban sufriendo, es decir: de algún modo habían delatado la presencia de un enemigo potencial».

Son solo un par de incursiones en las páginas de este libro escrito con amor hacia un reino vegetal,  El reino ignorado, para ayudar a comprender que los vegetales “son organismos complejos, sorprendentes y, sobre todo, fascinantes”.

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