Los elementos, de Theodore Gray

19 de marzo de 2021. Estandarte.com

¿Qué es la tabla periódica? “El catálogo universal de todo lo que se te puede caer a los pies”. Así la define Theodore Gray en el inicio de este catálogo de los elementos que ha desarrollado con esa facilidad más que demostrada y premiada en cada una de sus iniciativas –que no son pocas– para hacer de la ciencia algo atractivo y accesible.

Gray estudió Química en la Universidad de Illinois; su primera incursión en el ámbito profesional fue la fundación con Stephen Wolfram y otros colegas de la compañía de software en áreas científicas Wolfram Research (responsable, entre otros, del programa Mathematica); también es fundador del desarrollador y editor de aplicaciones Touch Press; creador, entre otras aplicaciones, de The Elements, Solar System o Disney Elements; es dueño de periodictable.com (incursión digital a la tabla periódica); escribe en la revista de ciencia Popular Science, y es autor de los libros Ciencia loca: Experimentos que se pueden hacer en casa, aunque mejor no intentarlo (Vox, 2011) y Moléculas: Los elementos y la composición de todas las cosas (Vox, 2015) y de carteles y fotografías de la tabla periódica que sirven de apoyo educativo en universidades, escuelas, museos y programas de televisión en Estados Unidos, país en el que nació (en Urbana, Illinois en 1964) y reside.

Ese tipo de fotografías y las de Nick Mann –y algunas colaboraciones puntuales– son también protagonistas del libro Los elementos (Larousse, 2019). Constituyen una parte esencial para cumplir el propósito de explorar los componentes de la tabla periódica. Como explica el autor, cada uno de los elementos tiene dos caras: su estado puro y una gran variedad de compuestos químicos que forman al combinarse con otros. Siempre que es posible, el elemento se presenta en el libro con una fotografía de gran formato en su estado puro, abriendo la doble página (o dos dobles en casos muy puntuales) que se le dedica; junto a ella se presentan imágenes de compuestos y aplicaciones, explicadas en sus correspondientes pies de fotos.

El apoyo gráfico es fundamental, pero el libro va más allá del álbum de imágenes. Estas son un complemento perfecto para unos textos claros, que concretan las definiciones, propiedades, funciones y peligros; que, según el caso, también hacen indagaciones históricas (el curio o el einstenio son dos de esos casos) o los sitúan en el mapa indicando, si es relevante, donde es más fácil hallarlos; que describen su comportamiento antes circunstancias como los cambios de temperatura, y que los compara con otros elementos.

Desde la introducción en la que explica qué es la tabla periódica, cómo y por qué se organiza de esa forma (organización que se refleja después en el desarrollo de las fichas) y ofrece un glosario con conceptos básicos (“Todo lo que necesitas saber. Nada que no necesites”) hasta la última de las fichas de los 118 elementos, Gray emplea un tono divulgativo eficaz, coloquial muchas veces, no duda en utilizar el sentido del humor y hace referencias que poco tienen que ver con el tema, pero que ayudan a captar la atención (aparece Donald Trump y no precisamente por haber descubierto un elemento de la tabla periódica).

Todo esto sin desatender el rigor, a favor de un retrato comprensible, ameno y atractivo de esa tabla periódica, que cuenta con una edición estupenda.