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Cervantes: 400 años en 'Objetos perdidos'

Sobre la tumba del genio, por Carlos Salas y Fernando de Prado Pardo.

15 de abril de 2016. Estandarte.com

Qué: Cervantes: 400 años en 'Objetos Perdidos': Así se encontró la tumba del genio Autor: Carlos Salas y Fernando de Prado Pardo Editorial: Kindle Año: 2016 Precio: 2,99 €

Cervantes: 400 años en 'Objetos Perdidos': Así se encontró la tumba del genio

Por extraño que parezca, durante 400 años nadie quiso averiguar dónde estaba la tumba de Cervantes. El escritor murió en 1616 y fue enterrado en un convento trinitario de Madrid. Bajo esa estructura desapareció cualquier rastro que indicara ‘aquí está la tumba de Cervantes’. Esta es la búsqueda que narra Cervantes: 400 años en 'Objetos Perdidos': Así se encontró la tumba del genio.

En verano de 2010, el historiador vasco Fernando de Prado-Pardo Manuel de Villena, descendiente de Cristóbal Colón, tomó la decisión de averiguarlo. Su sorpresa al iniciar esta aventura fue comprobar que nadie, absolutamente nadie en los últimos 400 años, había intentado buscar, localizar y abrir la tumba de Cervantes. Muchos lo habían pensado pero nadie lo había intentado en serio. España había olvidado a su gran genio en la oficina de ‘objetos perdidos’ de la Historia.

Fernando inició un empedrado viaje para visitar instituciones, empresas, políticos, fundaciones y periódicos que no estaban interesados en saber si ‘Cervantes estaba allí’. No ayudaban a Fernando. No le financiaban. No le facilitaban la búsqueda.

Durante tres años, el historiador estuvo, como Cervantes en su tumba, encerrado en una investigación solitaria y decepcionante. Nadie creía en él. Algunos se burlaron. Otros le ofendieron. Parecía un nuevo Quijote embarcado en una aventura estrafalaria, estimulado solo por sus sueños, y recibiendo palos de una sociedad incrédula y brutal. Habían pasado cuatro siglos pero este historiador estaba convencido de que Cervantes seguía allí. 

La pertinacia de Fernando de Prado logró que un antropólogo forense, un georadarista y un equipo compuesto por arqueólogos, arquitectos, historiadores y especialistas en trajes antiguos se pusiera a trabajar codo con codo para acabar de una vez con la incógnita de la tumba de Cervantes. El ayuntamiento de Madrid puso el dinero para financiar la procelosa tarea.

Pero la historia no terminó como se preveía. 

En realidad, nadie esperaba ese final.

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