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Un hombre de cincuenta años

La trilogía teatral del filósofo: desconsuelo, cansancio y melancolía.

15 de junio de 2022. Estandarte.com

Qué: Un hombre de cincuenta años Autor: Javier Gomá Lanzón Editorial: Galaxia Gutenberg Año: 2021 Páginas: 192 Precio: 17 € (papel), 10,99 € (eBook)

Un hombre de cincuenta años, de Javier Gomá LanzónUn hombre de cincuenta años (Galaxia Gutenberg, 2021) reúne tres obras de teatro y un breve ensayo que, bajo el título Sucio secreto, las precede, explica qué las conecta y por qué el teatro es el género ideal para abordar la condición temporal y trágica de los mortales. Javier Gomá Lanzón (Bilbao, 1956) utiliza esta vez la escena para invitar a la reflexión. 

Las tres obras que aquí se reúnen comparten, además de esa condición teatral, el hecho de que sus protagonistas son hombres en torno a los cincuenta años, los mismos que tenía Gomá cuando las escribió.

En torno a esa edad, el hombre –como expone en Sucio secreto– se ha iniciado por lo general en el conocimiento de un secreto profundo y en su vida se ha producido un pliegue que le obliga a abrir por segunda vez el libro de esa vida y emprender la lectura de una forma diferente. Ya ha velado al padre.

El huérfano se encuentra en el mismo mundo de antes, pero ahora le inspira desconsuelo, cansancio melancolía. Cada uno de estos sentimientos se relaciona con una de las obras. Desconsuelo con Inconsolable; cansancio con Quiero cansarme contigo o el peligro de las buenas compañías, y melancolía con Las lágrimas de Jerjes.

Dos de las piezas están ambientadas en la época contemporánea, mientras que la tercera, inspirada en el Libro VII de la Historia de Heródoto, se sitúa en Atenas en el año 472 a. C.

Esta última es la única inédita; las otras dos ya han sido publicadas anteriormente y la primera, el monólogo dramático Inconsolable, ha sido representada, bajo la dirección de Ernesto Caballero. Se trata de historias muy distintas entre ellas, pero en las que planea ese sentimiento de orfandad.

Gomá escribió Inconsolable tras el fallecimiento de su padre. En este texto comparte el itinerario del duelo, reflexiona sobre él y describe fases, sensaciones y sentimientos con crudeza y verdad, pero sin dramatismos. Es transparente y generoso; profundo, grave y mundano. Hace de este monólogo dramático un texto muy interesante, de esos que se subrayan y sobre cuyas frases se vuelve una y otra vez.

Así ocurre, por ejemplo, cuando habla de cómo los protocolos establecidos en torno a la muerte responden a una necesidad profunda de afirmación de la vida; cómo la orfandad provoca, metafóricamente, un corrimiento de tierras que transforman al que fue una península en una isla, o de la necesidad de restituir la imagen del fallecido a la posición que le corresponde.

Es también un texto muy ameno, en el que ese hijo/personaje que se mueve por el escenario consigue atrapar la atención del lector espectador y hacerle sonreír más de una vez con su sentido del humor.

De eso, de humor, está bien provista la segunda obra: Quiero cansarme contigo o el peligro de las buenas compañías. Esas buenas compañías son las que hacen que uno se mire en un espejo en el que no sale favorecido. En estas páginas se materializan en el cuñado del protagonista, en su predisposición, su actitud y sus detalles; en su ejemplaridad.

Este divertido enredo, una comedia moral como dice el subtítulo, no trata sobre la muerte del padre, pero la figura de ese padre tiene importancia para entender parte de la psicología del personaje principal, sus vértigos y sus bajezas.

Lo mismo ocurre con Las lágrimas de Jerjes, una tragedia muy bien construida en dos tiempos y con un sentimiento, la melancolía, como eje sobre el que reflexionar. El padre no es el centro, pero su muerte y la necesidad de medirse a él sobrevuelan la obra.

Gomá visita en este texto a Los persas de Esquilo. En el primer acto, acaba de ser representada con éxito y reconocida por el heraldo. El dramaturgo conversa con Pericles, hablan sobre la obra, sobre la gloria literaria y política, sobre las ambiciones y preocupaciones de Pericles. Aparece en escena Artábano, tío de Jerjes; alaba la obra de Esquilo, pero puntualiza un aspecto relativo a su sobrino, que le hace rememorar la historia y mostrar cómo se fraguó la batalla de Salamina entre persas y atenienses y el papel de un sentimiento (esa melancolía) y de lo que supuso en Jerjes (que rondaba los cincuenta años) en el curso de los acontecimientos.

Tanto el monólogo como la comedia y la tragedia invitan a pensar, pero lo hacen de una manera distinta a como lo haría un ensayo filosófico. Lo explica Gomá en la primera parte del libro: «Mientras que la filosofía proyecta siempre la luz del concepto sobre las cosas –¡la claridad del concepto!–, el teatro se asoma a sus oscuros abismos sin tentación de explicarlos, dejando que sean como verdaderamente son».

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