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La poesía por descubrir de Eunice Odio

Torremozas publica Los elementos terrestres y otros poemas.

16 de julio de 2018. Estandarte.com

Qué: Los elementos terrestres y otros poemas Autora: Eunice Odio Editorial: Torremozas Año: 2018 Páginas: 136 Introducción: Rima de Vallbona Biografía: Luzmaría Jiménez Faro Precio: 14 €

Eunice OdioEunice Odio es una misteriosa y poco conocida poeta costarricense. Empezando por su fecha de nacimiento, que oficialmente se databa en 1922 hasta que la estudiosa de su obra Alicia Miranda Hevia estableció (con pruebas) que había sido en 1919. Con su fecha de muerte hay lío, no con el año, pero sí con el mes: ¿marzo o mayo de 1974? Con todo, la gran pregunta es ¿por qué se conoce tan poco –y no solo en España, sino también en su país o en los países donde vivió– a Eunice Odio? Octavio Paz le dijo de ella que "su poesía, como la de Blake, Saint John o Pound, al crear una mitología propia, es de la que nadie entiende hasta años, o incluso siglos, después de que los autores han muerto". Quienes la han leído la consideran una de las grandes figuras de la literatura costarricense y de la poesía hispanoamericana.

Eudice Odio siempre fue esquiva con su biografía usando otros nombres y cambiando de nacionalidad varias veces. De niña y de joven fue una lectora voraz especialmente de poesía moderna. Sus inquietudes personales la llevaron a viajar a Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Cuba y Estados Unidos. En los años cuarenta dio a conocer sus primeros poemas por radio bajo el seudónimo de Catalina Mariel y colaboró en destacadas publicaciones costarricenses de la época como La Tribuna o Mujer y Hogar. En 1947 obtiene el Premio Centroamericano de Poesía «15 de septiembre» por su libro Los elementos terrestres, publicado en Guatemala al año siguiente. A raíz de la acogida que se le dio en ese país y la indiferencia del suyo, decidió hacerse ciudadana guatemalteca. Es el libro que ahora recupera la editorial Torremozas. Los elementos terrestres y otros poemas contiene ocho poemas y una selección de otras poesías de Eunice, caracterizados, como suele ser su sello personal, por la riqueza verbal y una extremada sensibilidad, que, pese a lo enigmática que pueda hacer en ciertos momentos su poesía seduce al lector.

En Guatemala trabaja para el ministerio de Educación, escribe en revistas y periódicos y tras una serie de problemas personales decide ir a vivir a México, nacionalizándose mexicana en 1962.  Durante una temporada vivió, no obstante en Estados Unidos. En México trabaja en publicaciones culturales, incluyendo las que tienen que ver con el arte además de con las letras. Amante de la vida y de la belleza, los últimos años los pasó autodestruyéndose con el alcohol y poseída por una rabia insolente y soez, que llevaba a sus amistades a alejarse de ella hasta dejarla en el aislamiento. Escribirá:


Estoy sola,
muy sola,
entre mi cintura y mi vestido,
sola entre mi voz entera,
con una carga de ángeles menudos
como esas caricias
que se desploman solas en los dedos.

La misma soledad que invadía el ánimo de Eunice la acercó a un mundo de espiritualidad, esoterismo y de angustia existencial que se reflejan en Los elementos terrestres.  Tampoco están exentos de ellos los otros libros que alumbró: Zona en territorio del albay El tránsito de fuego.

En 1974 su cadáver fue hallado en la bañera en estado de putrefacción, después de llevar varios días de muerta. No están descartados ni el suicidio ni el asesinato como causas de su fallecimiento. Para responder a la pregunta de por qué no es bien conocida  hay quien apunta a que sus artículos contra el comunismo y Fidel Castro le supuso el repudio de la izquierda mexicana, poderosa intelectualmente, lo que fue un obstáculo para su carrera. La también costarricense Rima de Vallbona, que firma la introducción de Los elementos terrestres y otros poemas en Torremozas, dijo al diario La Nación hablando tanto de Eunice Odio como de  Yolanda Oreamuno que fueron “mujeres fuertes, con actitud, que tenían algo que decir y lo decían bien. Muchos intelectuales de la época tuvieron miedo que los opacaran. No creo que tuviera mucho que ver con el género (…). Creo que nuestro país las asesinó, intelectualmente”.
 

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