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40 años de poesía de Bruno Montané

La vida con su oscuridad, su dolor y su belleza a través del poema.

17 de septiembre de 2019. Estandarte.com

Qué: El futuro. Poesía reunida (1979-2016) Autor: Bruno Montané Krebs Editorial: Candaya Año: 2018 Páginas: 346 Prólogo: Ignacio Echevarría Precio: 19 €

El futuro. Poesía reunida (1979-2016), de Bruno Montané KrebsEl poeta chileno Bruno Montané Krebs (Valparaíso, 1957) ha reunido casi cuarenta años de poesía, recuperando tres de sus libros (El maletín de Stevenson, 1979-1981; El cielo de los topos, 1987-1995, y Mapas de bolsillo, 2013) y sumando uno nuevo, El futuro, que es precisamente el que da título a esta edición de Candaya.

La iniciativa de esta antología surgió de esta pequeña editorial que se declara periférica y que, según cuenta en su página web, lucha por salvar del ostracismo a muchos escritores latinoamericanos desde el convencimiento, el riesgo y el rigor. Montané ha vivido en Chile, en México (donde fundó el movimiento poético infrarrealista con Mario Santiago y Roberto Bolaño, entre otros poetas) y desde 1976 reside en Barcelona donde, como editor en Sin Fin, trabaja también para que no caigan en el olvido nombres de la vanguardia de la poesía y narrativa latinoamericana.

El desarrollo de este proyecto y la consecuente mirada hacia atrás que ha requerido han enfrentado a Bruno Montané al conjunto de su obra (aunque para el libro ha obviado su primerísima etapa) y le han llevado a reconocer en sus poemas un diario de vida, como lo describía en una entrevista con Ana Segura en noviembre de 2018 para La Torre de Babel de Aragón. En este trascurrir del tiempo que refleja el paso de páginas, es posible, como él mismo afirmaba en esa entrevista, distinguir “una continuidad en la voz a pesar de que hay una mutación positiva en una extraña evolución hacia un equilibrio entre lo conceptual y la imagen”.

Ignacio Echevarría, escritor, crítico, amigo del poeta y prologuista de este volumen, considera que el argumento del libro es la progresiva conciencia que Montané ha ido adquiriendo del valor que para él tiene el ejercicio tenaz y constante de la poesía. Ella misma pide su espacio en los poemas, se hace fuerte con sutileza. En Qué crees que es la vida, por ejemplo, de El maletín de Stevenson, una de las definiciones con las que describe la vida es “el deseo de hacer poesía” y en El temblor de la solución, de Mapas de bolsillo, directamente declara que “nos pasamos la vida entera frente al poema”.

El lenguaje se convierte en un asidero al que agarrarse en una poesía que sabe utilizarlo para crear emociones y despertar sentimientos. Montané lo maneja con belleza para afrontar temas diversos: como hemos visto, la propia poesía es uno de ellos, pero también hay amor, sensualidad y sexualidad, naturaleza, pensamiento, muerte, política o conciencia social. Ancla o, mejor, deja volar su poesía desde lo cotidiano. Con gestos y cosas sencillas –un paseo, la sombra de un árbol, unas tablas que se convierten en casas en la mano de un niño– crea escenarios que a veces arrojan ternura en maravillosos poemas de amor como Pensamientos en el barro, regalan sensualidad y erotismo (Un lazo rojo alrededor), o provocan dolor como lo hace el torturado de La boca es un dado negrotristeza como ese Restañante en el que cada pasado duele. Pero todo de una manera contenida, plástica y con una precisión que le ha valido que se reconozca que hace del lenguaje una revelación de la conciencia. Aborda los temas sociales y políticos que le inquietan sin llegar a rozar, como él dice, la evidencia de los panfletos. Poemas como Las becas de la muerte (de El cielo de los topos) pintan la dureza de la desigualdad: “Tu carencia es un fantasma / que nada tiene que ver / con la benéfica palidez / de esta mano blindada”.

Su amigo Roberto Bolaño dijo de Montané que era de los mejores poetas chilenos que conocía y valorando su obra comentó que “Su poesía está hecha de pinceladas suspendidas en el aire. A veces son sólo apuntes, otras veces miniaturas, en ocasiones largos poemas existencialistas reducidos a ocho o doce versos. Su poesía está hecha de sangre suspendida en el aire”. Le pidió en una de las numerosas cartas que le envió entre 1976 y 1997 “Escribe tú la poesía por mí”. Afortunadamente, Montané le ha hecho caso y continúa, como reza la presentación del libro en la web de Candaya, “en su empeño por contemplar y pensar la vida (su oscuridad, su dolor, pero también su belleza y su éxtasis) a través del poema, esa ‘máquina / que elegimos para que el mundo reflexione’, y hacerlo (o intentarlo al menos) inteligible y habitable”.

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