Un amor, de Sara Mesa

01 de febrero de 2022. Estandarte.com

Un amor miente en su título. No es una novela de amor. Lo es de una obsesión, de un dilema, de las relaciones de poder en la intimidad y del lenguaje, visto no como forma de comunicación, sino de exclusión y diferencia. Desasosegante y cautivadora, coloca a quien la lee en una experiencia inquietante y atrapa en una telaraña de sentimientos.

Un amor pesa. Pesa mucho. Se lee rápido y con tanto placer como desazón. Placer porque la trama interesa y porque la prosa de Sara Mesa (Madrid, 1976) es extraordinaria: bella, precisa, transparente. Desazón porque la situación en la que se coloca a la protagonista, Nat, es turbia y desasosegante.

Nat, una joven traductora, se instala en un pequeño núcleo rural, La Escapa. Ha dejado la ciudad en una huida de sí misma. Su primer contacto es con el casero, un hombre sin nombre que desde muy pronto deja ver su rudeza y mezquindad. La Escapa es muy pequeño, con una sola visita a la tienda y una charla con la chica que la regenta, Nat ya puede situar a todos sus habitantes. Esa pequeñez y esa facilidad para etiquetar asfixian.

La novela cuenta cómo es su vida allí: su trabajo en casa como traductora, las incidencias domésticas, la relación con los otros miembros de la comunidad (en especial con Piter y con el alemán) y con el perro que le dio el casero. Su soledad.

Mesa ha creado una novela sólida y potente, con unos personajes palpables, con un gran calado psicológico. El trascurrir de los días es a un tiempo –aunque parezca contradictorio– anodino y desazonador y se quiebra ante un dilema moral. Una propuesta que desbarata los esquemas de la protagonista y la descubre en una faceta nueva, pero coherente con las inquietudes y miedos que ha ido reflejando.

Nat apenas tiene tregua: ella no se la concede y, además, La Escapa la oprime. El entorno adquiere personalidad, es inquietante, amenazante. Y Nat –la intrusa, la que viene de fuera– es su víctima, la de ese clima de intranquilidad, esa sociedad prejuiciosa que sospecha de una mujer que vive sola. Pero, sobre todo, Nat es víctima de sí misma.

Mesa acierta con cada imagen, con cada palabra. Su lenguaje, depurado y rico, teje frialdad y aspereza cuando lo pide la trama, igual que es capaz de dibujar tensión y ternura; o de asomarse al miedo, el vértigo y la violencia. Mesa maneja las palabras con la sensibilidad y la inteligencia con la que su protagonista es consciente que debe hacerse, en su caso cuando se enfrenta a la traducción literaria: «Le imponen las palabras que otra persona escribió antes que ella, palabras escogidas con cuidado, seleccionadas entre todas las posibles, ordenadas de una única manera entre la infinitud de combinaciones desechadas […]». Las formas de decir, de interpretar, de aprehender la realidad a través de las palabras y, también, los silencios tienen un lugar destacado en el transcurrir de esta novela. El lenguaje muestra una cara perversa: su poder de excluir.

Un amor está editado por Anagrama, como anteriores y aplaudidas obras de esta escritora afincada en Sevilla desde que era niña: el ensayo Silencio administrativo; las novelas Cara de pan o Cuatro por cuatro, o el libro de cuentos Mala letra, entre otros.