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Imre, de Edward Prime-Stevenson
¿Una historia gay con final feliz en 1906? Sí.
11 de julio de 2014. Emilio Ruiz Mateo
Qué: Imre: una memoria íntima Autor: Edward Prime-Stevenson Traductora: Ainhoa Lozano Antoñana Editorial: Dos Bigotes Año: 2014 Páginas: 160 Precio: 15,95 €
Un final feliz puede dar sentido a una lectura, y que conste que no me encuentro entre los que prefieren un happy end por principio, más bien desconfío de ellos… Pero el hecho de que Imre: una memoria íntima no finalice con un suicidio, el ostracismo social o la soledad marca un hito en la historia de la literatura gay, por no hablar de lo LGTBI en general, y eso merece un comentario.
Hablamos de la novela de Edward Prime-Stevenson, publicada por primera vez en español gracias a la editorial Dos Bigotes, con traducción de Ainhoa Lozano Antoñana y prólogo de Alberto Mira. Y una portada maravillosa, por cierto, como ya nos está acostumbrando a ver Dos Bigotes, con un collage de Rául Lázaro.
Imre: una memoria íntima (Imre: A Memorandum en su título original) cuenta en primera persona el vuelco que nos puede dar la vida por un encuentro casual: el que vive Oswald con Imre, un soldado, en un café cualquiera de Szent-Istvánhely (Budapest, en realidad). Más allá del sencillo placer que supone la lectura de una historia tan emotiva como ésta, el descubrimiento lento de la “topografía emocional” del otro por parte de un narrador que se va (y nos va) enamorando de Imre, podemos enmarcar la novela de Edward Prime-Stevenson, como bien explica Alberto Mira, dentro del activismo gay. Pero ojo, “un activismo radicalmente distinto al que conocemos: burgués e intelectual, basado en la retórica y las ideas más que en el enfrentamiento, el cambio legislativo y la lucha de calle”.
El hecho de que los dos protagonistas acaben uno en los brazos del otro (perdón, esto suena demasiado metafórico y siglo XIX: más bien, Oswald e Imre se van directos y juntos a la cama cuando cerramos el libro) en una novela publicada en 1906 constituye una acción reivindicativa a la altura de la mayor de las manifestaciones que se puedan celebrar en nuestros días. Porque sí, la mítica Maurice de E. M. Forster también nos ofrecía un final feliz, pero el autor no se atrevió a publicarla en vida: no pudo leerse hasta 1971, un año después de su muerte. “Estaba decidido a que por lo menos en una obra de ficción dos hombres se enamorasen y permaneciesen unidos en ese para siempre que la ficción permite”, dijo en una ocasión Forster, “y en ese sentido, Maurice y Alec aún vagan por los bosques”. Imre y Oswald mostraron su amor mucho antes.
Para dar una idea a un lector despistado y con prisa sobre qué encontrará en la lectura de Imre, podríamos decir que, por estilo, temática y punto de vista, algo cercano a Henry James, pero específicamente gay. Si en el genio James encontramos temática de amor entre hombres, lo cierto es que ésta aparece, de un modo u otro, velada. La historia entre Oswald y el soldado Imre no deja lugar a las dudas: dos hombres se conocen de forma azarosa y acaban encontrando el ansiado amor en la figura del otro. Eso, que hoy puede parecer un argumento más, no lo era en 1906.
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