El rey campesino, de Andrea Camilleri

15 de noviembre de 2021. Estandarte.com

A caballo entre los siglos XVII y XVIII, con Sicilia bajo la dominación española y el reinado de Víctor Amadeo II de Saboya; entre luchas religiosas y luchas de poder; en medio de hambrunas, sequías, peste, y entre la pobreza extrema de los campesinos y los privilegios de los aristócratas y terratenientes…

Este es el contexto histórico que arropa la novela El rey campesino en la que Andrea Camilleri (1925-2019) relata la vida de Michele Zosimo y las mil vidas de todos los que se movieron, para bien o para mal, a su alrededor.

Zosimo es un personaje real, que, como cuenta el autor en una nota final, descubrió por casualidad en un librito llamado Agrigento.  “Estaba extrañado. ¿Cómo era posible que Agrigento, donde estudié hasta la secundaria, hubiera sido un reino con un campesino a la cabeza –aunque por poco tiempo– y nadie supiera absolutamente nada?”. Compró el libro, investigó y, ante tanta imprecisión, decidió escribir una biografía totalmente inventada.

Y eso es lo que encontramos: mucha imaginación, mucho realismo y una grandísima variedad de personajes que van desapareciendo y apareciendo, y que dotan al relato de una enorme vivacidad.

Así, desde poco tiempo antes del nacimiento de Zosimo, nos asomamos a los problemas del duque Sebastiano Venasco Pes y Pes para procrear y el papel de Gisuè, padre de Michele, en el nacimiento del futuro duque; descubrimos el deseo irrefrenable de don Aneto Purpigno por Filònia, mujer de Gisuè y madre de Michele, un deseo centrado en los olores de la mujer y no en la posesión.

Y conocemos al mago Apparenzio, al padre Uhù, fundamental en la vida de Zosimo, o a Girlando Pitrella, hombre siempre fiel a sus ideales. Y tantos y tantos, amigos y enemigos que van conformando el carácter singular del protagonista de la historia: un niño diferente, que lee, versifica, siente la naturaleza, su silencio y su amenaza; y que, a medida que va creciendo, percibe su entorno, la injusticia, la arbitrariedad, también la amistad y la crueldad, y se convierte –casi inconscientemente– en el protector del débil hasta el punto de convertirse en rey durante unos pocos días.

Esta peripecia y la de Sicilia con sus claros y sombras es la que relata con un lenguaje vivo, vibrante y absorbente. Un relato difícil de resumir, una historia llena de historias extraordinarias, de nombres de rica sonoridad (Barón Tuttolomondo, marqués Boscofino, capitán Montaperto, conde Bonaca di Catellonisetta, Fofò La Bella, Tanu Gangarossa, Nenè Zammuto…); de ritos, supersticiones, demonios, magia y santos; de pasiones y crueldad.

Escrito con humor, sátira, amor y ternura, es también la crónica de una lucha feroz en defensa del débil, por establecer unas leyes que garanticen su futuro, por acabar con los privilegios y desmanes. Una lucha destinada a la derrota porque, la vida es así, el poderoso siempre será quien dicte las reglas. “[…] Pero qué era la ley?  ¿Qué era lo justo? Y explicó a Zosimo, durante una buena media hora, que lo justo, desde el origen de los tiempos, estaba hecho por los poderosos en el mismo interés de su potencia. […]”.

Esa es la realidad, un sueño frustrado, un final poético plasmado en una simbólica cometa que vuela hacia lo alto.