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El orden del día, de Éric Vuillard

Una revisión sorprendente y desmitificadora del ascenso de Hitler al poder.

12 de octubre de 2019. Estandarte.com

Qué: El orden del día Autor: Éric Vuillard Editorial: Tusquets Colección Andanzas Año: 2018 Páginas: 164 Traducción: Javier Albiñana Precio: 17 euros

El orden del día, de Éric VuillardEn una carta de presentación del libro, el editor de Tusquets, Juan Cerezo, desea a todos los lectores que tomen El orden del día, del francés Éric Vuillard, entre sus manos la misma sensación que ellos tuvieron al descubrirlo: “la de que, bajo su humilde apariencia de breve novela de no ficción o de crónica impecable de algunos encuentros no muy conocidos en los años treinta, se oculta una novela extraordinaria, fulgurante, con una espoleta de explosión retardada”.

El orden del día es un libro tejido a base de breves momentos o encuentros capaces de desmontar toda la parafernalia y las leyendas que tanto se encargaron de “hinchar” los nazis. La teoría es que el triunfo de su ejército, rápido y moderno, parecía inexorable.

Pero ¿y si en el trasfondo de sus primeras hazañas se ocultaran, más bien, vulgares intereses comunes? ¿Y si las gloriosas imágenes de la Wehrmacht entrando triunfalmente en Austria disimulara en realidad un inmenso atasco de panzers averiados? ¿Y si tras el ascenso de Hitler se ocultaran miserias e intereses espúreos?

Esta breve obra narra cómo, en febrero de 1933, los industriales alemanes donan en una reunión secreta (que “no estaba en el orden del día”) en el Reigstag ingentes cantidades a Hitler para conseguir la estabilidad que él promete; entre ellos están los dueños de empresas como Opel, Krupp, Siemens, IG Farben, Bayer, Telefunken, Agfa y Varta. También se detiene en la manera de anexionarse “pacíficamente” Austria de cara a la comunidad internacional.

Para ello, Hitler habría iniciado una dura “guerra psicológica” con el canciller,  Kurt Schuschnigg a fin de lograr que pareciera que Austria pedía ayuda a Alemania, y así entrar pacíficamente.

Para ello se centra en escenas memorables, como por ejemplo la visita de Lord Halifax a Alemania en 1937 para intentar frenar la escalada militarista; la noche en que el militar y Ministro de Asuntos Exteriores Joachim von Ribbentrop logró alargar su cena de despedida en Londres (Churchill era uno de los invitados) en una maniobra de distracción –un tanto cutre– para evitar que los ingleses reaccionaran rápidamente a la “anexión”, realizada ese mismo día.

Además, describe cómo esos industriales alemanes se aprovecharon luego de los judíos de los campos de concentración, y, en un salto al futuro, cómo los judíos de Brooklyn reclamaron indemnizaciones a Krupp en 1958, y cómo, en 2 años de negociaciones, la indemnización bajó de $1.250 a $750 y luego a $500, para acabar declarando que no podían pagar: “los judíos habían costado demasiado caros”.

Juan Cerezo, de nuevo en su carta, evoca la figura de Stefan Zweig y ve en El orden del día “un ejemplo trepidante de cómo bastan ciertos momentos «estelares», en la tradición de Stefan Zweig, para entender la maquinaria implacable, la agenda oculta, las intenciones y los procedimientos del nazismo en su expansión por el continente europeo. La intimidación y el simulacro, la cortesía y el engaño, el teatro de la diplomacia, las conversaciones secretas, el doble lenguaje, prepararon los hechos consumados y, finalmente, como sabemos, el dolor colectivo”.

En una reciente visita a España, Éric Vuillard destacaba que «los breves momentos reales, son más corrosivos que cualquier discurso moral. Parece que no sean nada, pequeñas anécdotas pero contienen una poderosa verdad. Se aparecen como revelaciones». Esas revelaciones, esos fogonazos desmitificadores componen el esqueleto que arma esta novela. Pero además del innegable interés literario e histórico de El orden del día, la novela de Vuillard plantea una cuestión que da de lleno en las formas de escribir más actuales: ¿Hasta dónde la ficción puede penetrar en los intersticios de la historia?

Una reflexión y un tema quizá para expertos, que no está reñido con que el público en general la compre y la disfrute. Premio Goncourt el año pasado, la novela se ha convertido en un éxito de ventas con más de 300.000 ejemplares vendidos en Francia.

 

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