Portada > Noticias > Libros > Novela > El comienzo de 'En el camino'
El comienzo de 'En el camino'
El inicio de la mítica novela de Jack Kerouac.
13 de noviembre de 2024. Estandarte.com
Qué: El comienzo de En el camino. Autor: Jack Kerouac.
Sin una vida de excesos, el escritor estadounidense Jack Kerouac quizá hubiera cumplido hoy 95 años: nació el 12 de marzo de 1922 en Lowell (Massachussetts).
Sin embargo, falleció el 21 de octubre de 1969 en St. Petersburg (Florida), a causa de una cirrosis hepática provocada por su alcoholismo: tenía 47 años y dejaba una decena de libros míticos, fundamentales no ya para entender el espíritu de la generación beat —a la que perteneció, y que encabezó—, sino toda la contracultura que marcó la mitad del siglo XX. El más emblemático de todos sus libros fue la novela En el camino (1957).
Gracias a su talento para los deportes, Jack Kerouac obtendría una beca para estudiar en la Universidad de Columbia (Nueva York). Distintas lesiones y desacuerdos con su entrenador le haría abandonar la universidad, pero no la ciudad: en el Upper West Side conocería a sus compañeros de la generación beat. Neal Cassady, Allen Ginsberg, William S. Burroughs… A finales de los años cuarenta comenzó a escribir —y a publicar— de manera más intensa, aunque sin demasiada fortuna. Hasta que se cruzó la experiencia, y la historia, de En el camino.
Hay distintas fechas importantes para este libro de Jack Kerouac. Vivido entre 1947 y 1950, escrito entre 1948 y 1949, finalizado en 1951 y publicado en 1957, se trata de una obra autobiográfica en la que se desarrolla un largo monólogo interior, y para la que Jack Kerouac se inspiró en los viajes con sus amigos a través de las carreteras de Estados Unidos y México. Armado con un largo rollo de papel y muchas tazas de café, la mayor parte del libro —con un fuerte proceso de corrección— se escribió a lo largo de tres semanas, en el apartamento de Manhattan que Kerouac compartía con su esposa de entonces, Jane Haverty, que en esas semanas de escritura frenética actuó como proveedora de bebida, comida y drogas. Ese rollo de papel, llamado «el rollo» por el propio Kerouac, fue vendido a James Isray —el millonario dueño de un equipo de fútbol americano— por una altísima suma de dinero.
El narrador de En el camino —un trasunto del propio Jack Kerouac— se llama Sal Paradise, y tiene varias aobsesiones: los amigos, el jazz, las mujeres y los paisajes. Partiendo de Nueva York y recorriendo no sólo todo el país, sino también el vecino México, la versión más conocida de la novela utiliza seudónimos para los personajes reales, cuyos nombres verdaderos se han descubierto en las últimas ediciones de En el camino. De esta forma conocemos a Dean Moriarty (Neal Cassady), Carlo Marx (Allen Ginsberg), Old Bull Lee (William S. Burroghs), Jane Lee (Joan Vollmer), Camille (Carolyn Cassady), Damion (Lucien Carr) o Laura (Joan Haverty).
El peculiar y experimental estilo de Jack Kerouac, además de los comentarios desdeñosos y polémicos hacia ciertas minorías, hicieron que En el camino fuera rechazado por muchos editores en aquellos primeros años, debido al temor de una demanda por obscenidad que sí afrontaría Lawrence Ferlinghetti, el editor de Aullido (1956), de Allen Ginsberg. Mientras tanto, Kerouac se divorció, continuó viajando por América del Norte, escribió más, bebió más y se deprimió más, hasta encontrarse —él, educado en el catolicismo— con el budismo, a mediados de la década de los cincuenta. En 1957, Viking Press compraría los derechos de En el camino, con varias condiciones para evitar el paso por el juzgado: eliminar los nombres reales y sustituirlos por seudónimos, y suprimir los pasajes sexuales más explícitos.
La entusiasma crítica de Gilbert Millstein en The New York Times auparía En el camino como la gran novela de la generación beat, un término inventado por el propio Jack Kerouac. El autor escribió varias novelas más, acogidas por la crítica con escaso interés, hasta su muerte el 21 de octubre de 1969, causada por una cirrosis. En el camino es una de las novelas más influyentes del pasado siglo, y todavía hoy se lee como un ejemplo de libertad y experimentación. Compartimos su inicio:
«Conocí a Dean poco después de que mi mujer y yo nos separásemos. Acababa de pasar una grave enfermedad de la que no me molestaré en hablar, exceptuado que tenía algo que ver con la casi insoportable separación y con mi sensación de que todo había muerto. Con la aparición de Dean Moriarty empezó la parte de mi vida que podría llamarse mi vida en la carretera. Antes de eso había fantaseado con cierta frecuencia en ir al Oeste para ver el país, siempre planeándolo vagamente y sin llevarlo a cabo nunca. Dean es el tipo perfecto para la carretera porque de hecho había nacido en la carretera, cuando sus padres pasaban por Salt Lake City, en un viejo trasto, camino de Los Angeles. Las primeras noticias suyas me llegaron a través de Chad King, que me enseñó unas cuantas cartas que Dean había escrito desde un reformatorio de Nuevo México. Las cartas me interesaron tremendamente porque en ellas, y de modo ingenuo y simpático, le pedía a Chad que le enseñara todo lo posible sobre Nietzsche y las demás cosas maravillosamente intelectuales que Chad sabía. En cierta ocasión, Carlo y yo hablamos de las cartas y nos preguntamos si llegaríamos a conocer alguna vez al extraño Dean Moriarty. Todo esto era hace muchísimo, cuando Dean no era del modo en que es hoy, cuando era un joven taleguero nimbado de misterio. Luego, llegaron noticias de que Dean había salido del reformatorio y se dirigía a Nueva York por primera vez; también se decía que se acababa de casar con una chica llamada Marylou.
»Un día yo andaba por el campus y Chad y Tim Gray me dijeron que Dean estaba en una habitación de mala muerte del Este de Harlem, el Harlem español. Había llegado la noche antes, era la primera vez que venía a Nueva York, con su guapa y menuda Marylou; se apearon del autobús Greyhound en la calle Cincuenta y doblaron la esquina buscando un sitio donde comer y se encontraron con la cafetería de Héctor, y desde entonces la cafetería de Héctor siempre ha sido para Dean un gran símbolo de Nueva York. Tomaron hermosos pasteles muy azucarados y bollos de crema.
»Todo este tiempo Dean le decía a Marylou cosas como estas:
»—Ahora, guapa, estamos en Nueva York y aunque no te he dicho todo lo que estaba pensando cuando cruzamos Missouri y especialmente en el momento en que pasamos junto al reformatorio de Booneville, que me recordó mi asunto de la cárcel, es absolutamente preciso que ahora pospongamos todas aquellas cosas referentes a nuestros asuntos amorosos personales y empecemos a hacer inmediatamente planes específicos de trabajo... —y así seguía del modo en que era aquellos primeros días».
Comentarios en estandarte- 0