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La manipulación del lenguaje, de Sartorius

Cuando las palabras no dicen lo que quieren decir.

25 de abril de 2020. Estandarte.com

Qué: La manipulación del lenguaje. Breve diccionario de engaños. Autor: Nicolás Sartorius Editorial: Espasa Año: 2018 Páginas: 280 Precio: 17,90 €

La manipulación del leguaje. Breve diccionario de engaños; de Nicolás Sartorius.El abogado y ensayista Nicolás Sartorius, cofundador  y mítico líder del  sindicato Comisiones Obreras y, en la actualidad, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas, acaba de publicar La manipulación del lenguaje, en Espasa. El título del libro es lo que es y dice lo que dice. Gracias. De eso trata La manipulación del lenguaje, de cómo los medios y quienes crean el discurso, pero también quienes lo practican, y hablan simplemente, han terminado dando por buenos significados que no son precisos, que en ocasiones incorporan sesgos y que, en otras, significan exactamente lo contrario de lo que querían decir.

Los  últimos  acontecimientos políticos en Cataluña no han hecho sino poner de manifiesto ese mal uso del lenguaje en el que Nicolás Sartorius se ha fijado. Así nace este Breve diccionario de los engaños, ese es el subtítulo de La manipulación del lenguaje. El autor hace una  selección de los que para él son los más representativos y que llegan procedentes de los ámbitos político, social y económico. A continuación los dispone en forma de diccionario y los comenta, de modo que las entradas se convierten en pequeños ensayos agudos, críticos, y no exentos de buen humor.

Desde las “armas inteligentes”, el “banco malo” y los “brotes verdes”, del arranque, al “vivir por encima de nuestras posibilidades” hacia el final del diccionario, este libro repasa lo mucho que se han usado –y lo poco que hemos reparado en lo que querían decir– palabras y expresiones como “crecimiento negativo”, “derecho a decidir”, “España nos roba”, “externalizar”, “fascismo o fascista”, “protocolo” o “regularización fiscal”.

Como Sartorius explica en la Introducción, “un  buen  día,  hace ya algunos años, me puse a intentar revelar o esclarecer lo que había detrás o debajo de una serie de palabras o frases hechas que se repetían una y otra vez en los medios de comunicación o en las conversaciones habituales. A mí me parecía que el auténtico significado de esos vocablos o locuciones era el opuesto del que literalmente expresaban y, sin embargo, era admitido como si fuera veraz. Al  principio,  el ejercicio de poner sobre un papel lo que pensaba sobre el particular lo tomé como un divertimento, sobre todo al glosar  el que para mí era el significado real de frases tan chungas como «brotes verdes», «crecimiento negativo», «indemnización en diferido simulada»,  «como no puede ser de otra manera»  o  «recargo temporal de solidaridad» (…)”. Sin embargo esa actividad medio lúdica se volvió angustiosa cuando el mismo procedimiento se usaba con cosas tan serias como «violencia de género», «congelación salarial», «guerra preventiva» o «preso político». Entonces Sartorius sintió la urgencia y la necesidad de clarificar algunos de esos conceptos. Quizá a alguien le fuera útil… “He intentado abordarlas sin solemnidad y sin  ninguna pretensión filológica, pues no soy ningún académico de la lengua, pero sí he  tenido el atrevimiento de intentar demostrar que esos conceptos tan imponentes, por los que multitud de personas se guían, e incluso matan o mueren, significan en muchas ocasiones todo lo contrario, esto es, lo opuesto de lo que aparentemente expresan o comunican. De esta manera, entiendo que el neoliberalismo erosiona la libertad y la democracia; que cierto nacionalismo es lo opuesto al interés de las naciones; que formas dictatoriales de socialismo/comunismo atentan también contra la igualdad y que populismos de variado pelaje acaban perjudicando a los pueblos a los que dicen defender. Un atrevimiento, sin duda, por mi parte, pero es lo que pienso”.

Y como no hay nada mejor para entender que los ejemplos, así empieza la entrada sobre el “derecho a decidir”: “Se  dice de aquel derecho que se supone tendrían ciertos pueblos para determinar si se separan o independizan del Estado del que forman parte o, por el contrario, resuelven permanecer en el mismo. En realidad, se trata de un eufemismo o encubrimiento de lo que se denomina «derecho de autodeterminación», que en la esfera internacional se reonoce a los países sometidos al yugo colonial o que formaban parte de imperios autocráticos. Se habló mucho de este derecho, y se ejerció después de la Gran Guerra, cuando se disolvieron los imperios austrohúngaro, alemán, ruso y otomano, y después de la Segunda Guerra Mundial con ocasión de las guerras de liberación nacional en las colonias francesas, inglesas, holandesas, belgas, portuguesas, etcétera. Dado que los pueblos europeos y, dentro de ellos, los que forman España, no encajan en ninguna de ambas categorías, se ha puesto de moda, a partir del nacionalismo vasco, el eslogan del «derecho a decidir», que, por lógica, tiene mejor venta que el «autodeterminismo», pues ¿quién se puede oponer al derecho a decidir cuando, prima facie, que los ciudadanos decidan es la esencia de la democracia (…)?”.

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