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Cómo ser un estoico, de Massimo Pigliucci

Massimo Pigliucci La filosofía antigua que nos ayuda en la vida moderna.

10 de mayo de 2018. Estandarte.com

Qué: Cómo ser un estoico. Utilizar la filosofía antigua para vivir una vida moderna. Autor: Massimo Pigliucci Editorial: Ariel Año: 2018 Páginas: 256 Traductor: Francesco García Lorenzana Precio: 19,90 €

Cómo ser un estoico, de Massimo PigliucciAriel presenta con Cómo ser un estoico un auténtico manual sobre cómo vivir, cómo vivir bien o, al menos, mejor. De eso va, en gran medida la filosofía y especialmente la corriente estoica. Lo explica su autor, el filósofo y científico Massimo Pigliucci quien manifiesta haberse convertido en un estoico y lo explica así: “No quiero decir que haya empezado a mostrar un labio superior inmóvil y a suprimir mis emociones. A pesar de lo mucho que me gusta el personaje del señor Spock (al que el creador de Star Trek Gene Roddenberry aparentemente modeló según su comprensión –bastante ingenua, por cierto– del estoicismo) estos rasgos representan los conceptos erróneos más habituales sobre lo que significa ser un estoico. En realidad, el estoicismo no se centra en suprimir u ocultar las emociones; más bien se trata de reconocerlas, reflexionar sobre lo que las provoca y redirigirlas para nuestro propio bien. También se trata de tener claro qué está y qué no bajo nuestro control, centrando nuestros esfuerzos en lo primero y no malgastándolos en los segundo”. Eso, sobre todo eso último, es la clave del estoicismo. Ser conscientes de que no podemos controlar lo que nos pasa, pero sí cómo respondemos ante ello; saber que hay cosas que no dependen de nosotros y no sufrir por ellas está en la base de esta filosofía y la de muchas terapias psicológicas. Pigliucci cita la logoterapia de Viktor Frankl y la terapia racional emotiva conductual de Albert Ellis, remarcando la diferencia entre filosofía y terapia: esta última “pretende ser un enfoque a corto plazo para ayudar a las personas a superar problemas específicos de naturaleza sicológica; no es necesario que proporcione un marco general, una filosofía de vida. No obstante, una filosofía de vida es algo que necesitamos todos y que todos desarrollamos de manera consciente o no”.

El libro se divide en tres partes. La primera se centra en el deseo y su disciplina, la segunda en la acción y la tercera en el consentimiento, en cómo reaccionar ante las situaciones. Es en esta última donde se inscriben una serie de ejemplos y ejercicios donde poner en práctica lo que se ha entendido y lo que no. Pigliucci cuenta cómo ante una intoxicación alimentaria podría haberse quejado de su malestar, buscando así que los demás lo compadecieran. No es esa la actitud estoica. Como no se podía cambiar lo ya ocurrido (la ingesta de pescado en mal estado y sus consecuencias) “actué de acuerdo con las palabras de Epicteto: acepté lo ocurrido como un hecho biológico, tomé las precauciones médicas que parecían adecuadas (…) y ajusté mi actitud mental a la situación. No podía trabajar ni escribir. Bueno, entonces ni siquiera iba a intentarlo ya que había otras cosas que podía hacer”.  Concentrarse en lo posible, abandonando lo que es imposible cambiar. Máxima puntuación estoica. Epicteto habría asentido ceremoniosamente. Él, el esclavo liberado y convertido en maestro, es el filósofo elegido por Pigliucci como compañero de viaje por las páginas de este manual: “no solo porque es el primer estoico que me encontré, sino por su sensibilidad e inteligencia, su negro sentido del humor y su desacuerdo conmigo en una serie de puntos importantes, que me permitirá demostrar la sorprendente flexibilidad de la filosofía estoica y su capacidad para adaptarse a tiempos y lugares tan diferentes entre sí como la Roma del siglo II y la Nueva York del XXI”. Total, quienes habitaron en esa ciudad en ese tiempo no eran tan distintos de quienes poblamos cualquier urbe en la actualidad. Nos seguimos preguntando por la existencia o no de Dios, el cuidado y las relaciones de familia, el amor, la gestión de la ira y las pasiones y seguimos compartiendo el miedo a la muerte, otros de los tópicos que los estoicos barren de un plumazo. ¿Depende de ti?, vienen a decir. Y se responden: no (en la mayoría de los casos). No es nada especial aparte del fin lógico y natural de la vida, pues entonces hay que desactivar el miedo que produce. Otra respuesta más para reflexionar, y acaso estar agradecidos a los estoicos, nuestros contemporáneos.

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