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La divina comedia de Oscar Wilde

Javier de Isusi obtiene el Premio Nacional de Ilustración 2020.

23 de octubre de 2021. Estandarte.com

Qué: La divina comedia de Oscar Wilde Autor (guion y dibujos): Javier de Isusi Editorial: Astiberri Año: 2019 Páginas: 376 Prólogo: Luis Antonio de Villena Precio: 29 €

Estamos en el París de 1900, en los prolegómenos de un espectáculo. Mientras los operarios montan un escenario se deslizan notas sobre el protagonista: un escritor irlandés proscrito.

Con un pasen y vean se cierra la teatral introducción y se da paso a La divina comedia de Oscar Wilde de Javier de Isusi (Bilbao, 1972), no sin antes advertir que todo lo que viene a continuación es una fabulación que podría ser real.

Lo primero es un encuentro con los hermanos Machado gracias a la mediación del crítico Enrique Gómez Carrillo. Bastan pocos detalles para contar con palabras y estupendas ilustraciones a acuarela quién es Wilde y por qué está en París.

Con los poetas españoles y el crítico guatemalteco comienza un peregrinar de secundarios que acompañarán al lector y a Wilde en un viaje que tiene que ver con la belleza, la literatura, la cárcel, el placer, el espectáculo, las máscaras, el fracaso…

En la capital francesa Oscar Wilde pasó los tres últimos años de su vida. Allí se exilió a finales de 1897, unos meses después de salir de la cárcel, y allí murió en noviembre de 1900. Entre tanto hizo algún que otro viaje. Es esa etapa final la que recoge Isusi con continuas referencias a sus obras, citas textuales y grandes diálogos que reflejan esa genialidad, brillantez, dandismo y cinismo de un hombre que veía y vivía su vida como una divina comedia.

Un ejemplo, de los muchos que despliega el cómic: «Señor Sherard, en el fango estamos todos. Sin embargo hay algunos que desde el fango aún podemos ver las estrellas».

Las escenas de su vida en París, por el que se mueve con un nombre falso, con sus momentos alcoholizados, los contactos con los chaperos y, sobre todo, los encuentros y las largas charlas con sus amigos, cuentan ese final en el que no se sentía capaz de escribir, estaba arruinado y bebía demasiado, pero brillaba en sus conversaciones, muchas veces sustraídas para este cómic de sus obras. «Eres único con el lenguaje», le dirá uno de sus amigos, Frank Harris, después de alabar sus registros tonales, su ritmo, su cadencia, su ingenio…

El discurrir de los días queda roto de vez en cuando por entrevistas a amigos y conocidos de Wilde que hablan desde el siglo XXI, sentados frente a un entrevistador invisible, pero que imaginamos puede ser Isusi –por cuanto sabe del escritor, poeta y dramaturgo irlandés, es el perfecto candidato para hacer preguntas inteligentes y pertinentes–.

En todos los detalles se aprecia ese gran conocimiento de Wilde por parte del autor vasco y se confirma al final del volumen cuando, además de una biografía convencional de Isusi (la que recuerda que nació en Bilbao en 1972, estudió Arquitectura y al terminar la carrera empezó a viajar y decidió dedicarse a contar historias en viñetas), se presenta una biografía wildeana con, entre otros apuntes, el primer libro de cuentos que le regalaron de Wilde o la impresión por la lectura de El retrato de Dorian Gray, obra de la que impulsó la adaptación teatral y que ilustró muchos años después para la edición de Astiberri, también responsable de La divina comedia de Oscar Wilde.

En las entrevistas, Isusi cambia el tratamiento gráfico respecto a la narración biográfica: desaparecen los fondos, cada personaje está solo sobre el blanco del papel y este se organiza ordenadamente en esquemas de cuatro rompiendo la aparente arbitrariedad que rige el tamaño de las viñetas –siempre sin enmarcar– en el resto de la obra, pero sí se respeta en todo el libro esa paleta de color reducidísima y apagada en tonos sepia.

Hablan sobre Wilde, Manuel Machado, Maurice Gilbert, Robert Sherard, Reginald Turner “Reggie”, André Gide, Frank Harris, Harold Mellor, lord Alfred Douglas “Bosie” Robert Ross “Robbie”. Ellos son algunos de esos imprescindibles personajes secundarios que desfilan por esta obra –como también lo hacen Toulouse-Lautrec o Roberta Merrill– y que contribuyen a trazar el perfil de ese autor que necesitaba al público para ser. De unos y otros se recoge al final del libro una breve reseña en la “Galeria de amigos de Oscar Wilde”.

Como afirma en el prólogo el escritor Luis Antonio de Villena, La divina comedia de Oscar Wilde es “un alarde de placer y sabiduría”. Una obra estupenda en la que, como acertadamente destaca el jurado del Premio Nacional de Ilustración 2020, el guion está perfectamente articulado con una introducción y coda final que evocan la representación del teatro de la vida, la caracterización de los personajes es brillante –aplaude el jurado el recurso de las entrevistas–, las sugestivas ilustraciones están al servicio de la narración y hay un «excelente dominio de la acuarela de tinta sepia, con sutiles transparencias y diferentes planos de profundidad marcados por el virtuosismo en el empleo tonal de una misma gama cromática.»

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