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Mary Wollstonecraft y Mary Shelley

Juntas en una doble biografía de Charlotte Gordon.

14 de abril de 2021. Estandarte.com

Qué: Mary Wollstonecraft, Mary Shelley Autor: Charlotte Gordon Editorial: Circe Año: 2018 Páginas: 600 Traducción: Jofre Homedes Beutnagel Precio: 23 euros

“Sin embargo, aún hay quien conoce a Wollstonecraft y Shelley y se sorprende al descubrir que fueron madre e hija”, afirma Charlotte Gordon en la introducción del libro dedicado a las vida de las dos escritoras que acaba de publicar Circe. Y lo explica: “La muerte prematura de Wollstonecraft ha hecho que varias generaciones de estudiosos hayan pasado por alto su influjo sobre Shelley, viéndolas como figuras sin ninguna relación, representantes de distintas posturas filosóficas, y de distintos movimientos literarios.

En las biografías de Wollstonecraft, Shelley aparece en el epílogo; en las vidas de Shelley, Wollstonecraft es mencionada en las páginas introductorias”. Y sin embargo una y otra, a su manera y en el muy distinto tiempo que les tocó vivir, fueron ejemplo del empeño por hacerse oír, respetar, por llevar una vida independiente, propia más allá de los convencionalismos de la época, de las épocas –mejor dicho– en que vivieron.

Fue un tiempo decisivo. Mediados del siglo XVIII se toma como punto de partida de la Ilustración y Mary Wollstonecraft nació en 1759. Pero una cosa es el espíritu del tiempo y otra la vida de puertas para adentro. Wollstonecraft vino al mundo en un entorno familiar difícil, del que pronto sintió la necesidad de salir. Para ello contaba con su inteligencia y una amiga, Jane Arden, hija de un filósofo, gracias a la cual Mary pudo comenzar a dar clases y sumergirse en un ambiente de intelectualidad que nunca abandonaría.

En contacto con círculos reformistas y radicales, amplió sus lecturas y no tardó en poner en práctica lo aprendido como profesora o como institutriz en Irlanda. La experiencia docente y su posterior dedicación a la crítica de libros conformaron el perfil de una ensayista y novelista que lejos de rehuir la polémica, no sólo luchaba por sus principios, sino que estaba dispuesta a seguirlos sin concesiones.

Sus obras, novedosas y rompedoras –por no ajustarse a la encorsetada retórica de la época y por defender la autonomía de las mujeres–, y su propia persona se convirtieron rápidamente en fuente de controversia. En 1792, año de publicación de su Vindicación de los derechos de la mujer, Wollstonecraft se trasladó a París, donde los días del Terror acabaron con los sueños –y con la vida– de muchos revolucionarios, como las primeras feministas francesas.

Su tormentosa y truncada historia de amor con Gilbert Imlay conmocionó el universo vital de Mary Wollstonecraft, aunque le aportó un nuevo interés por la psicología femenina y una hija, Fanny. De vuelta en Londres, inició una relación amorosa muy particular con otro personaje de la cultura de su tiempo, William Godwin, filósofo progresista, con quien se casó estando ya embarazada de la hija de ambos.

Poco después murió de fiebres puerperales, dejando varias obras inconclusas y una hija, Mary Shelley que declararía: “El recuerdo de mi madre ha sido siempre el orgullo y la dicha de mi vida”.

Mary Shelley contó con dos ventajas respecto a su madre: una educación selecta y el trato con las mentes más claras de la cultura de su tiempo. A los dieciséis años conoció a Percy Shelley, joven y excéntrico aristócrata, ferviente admirador de Wollstonecraft y decidido a ser poeta. Shelley y Mary sucumbieron a una mutua fascinación y, aunque él estaba casado, huyeron –acompañados por Jane Clairmont, hermanastra de Mary– a vivir su amor en libertad.

La época había cambiado; es el turno del Romanticismo y le sienta muy bien a la pareja que viaja por Europa, a veces con otro peculiar colega de letras, Lord Byron; un grupo de amigos al que la prensa inglesa pronto denominó «la Liga del incesto y del ateísmo».

Durante una estancia de todos en el lago de Ginebra, Mary escribió la primera versión de la que sería su primera novela y su obra más conocida: Frankenstein o el moderno Prometeo. En un principio le fue atribuida a su marido. Tuvo una vida muy ajetreada cuyo único compromiso fue con la libertad y con la creación.

Por todo ello resulta muy buena idea reunir en un volumen la biografía y el legado de dos mujeres que por un lado lo fueron de sus tiempo y por otro lo trascendieron. Mary Wollstonecraft  Mary Shelley, de Charlotte Gordon une en lo literario lo que en la vida no pudo ser: la existencia de dos figuras señeras, modernas, anticipatorias y dos escritoras excepcionales. 

Comentarios en estandarte- 1

1 | Gerardo Acosta 15-07-2018 - 00:23:58 h
El libro se ve interesante, aunque la editorial Circe suprimió muchas de las ilustraciones de la edición original que, debido a la narración hecha por Charlotte Gordon, creo que ilustran mejor lo que uno está leyendo. Y al parecer lo referente a Mary Wollstonecraft está escrito de una mejor manera que ese libro de Tomalin.