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Agudas. Mujeres que opinan

Michelle Dean firma esta biografía coral de autoras clave del siglo XX.

07 de octubre de 2019. Estandarte.com

Qué: Agudas. Mujeres que hicieron de la opinión un arte Autora: Michelle Dean Editorial: Turner Año: 2019 Páginas: 360 Traductora: Laura Vidal Precio: 24,90 €

Agudas. Mujeres que hicieron de la opinión un arte. Michelle DeanMichelle Dean, periodista y crítica canadiense, es la autora de Agudas. Mujeres que hicieron de la opinión un arte que, con la traducción de Laura Vidal, edita Turner. Coautora de la serie The Act (Hulu), inspirada en un crimen real –polémica y exitosa y que de momento no se ha estrenado en España–, Dean ha colaborado en medios como The New Yorker, Nation, The New Yorker Times, Elle, Harper’s y The New Republic.

Para escribir este libro, leyó los escritos publicados por estas autoras –su intención era reflejar la imagen pública de cada una de ellas tal y como se reflejaba en sus textos–, consultó cartas, investigó en archivos, se vio con alguna de ellas (Janet Malcolm y Renata Adler) y se sumergió en las biografías que sobre ellas se han escrito. Reconoce que ha trabajado sobre los hombros de los biógrafos y que sin ellos este libro no existiría con lo que nos perderíamos un acercamiento interesante, jugoso e intencionado a Dorothy Parker, Rebecca West, Hannah Arendt, Mary McCarthy, Susan Sontag, Pauline Kael, Joan Didion, Nora Ephron, Renata Adler y Janet Malcolm.

Dean recoge y contextualiza los datos biográficos de las protagonistas; presenta otros personajes cuyas relaciones con las autoras son importantes; recuerda situaciones sociales y políticas pertinentes dibujando así el cuadro social, histórico e intelectual en el que se movieron; escoge esas situaciones que dan relieve y dicen mucho en pocos gestos (como el ingenio y sutileza con los que Dorothy Parker “con una aguja muy fina” disfrazaba la condescendencia de sus pies de fotos cuando trabajaba en una revista de moda).

Con la mirada de una buena crítica y de una periodista que sabe escoger sus fuentes, combina claridad y síntesis cuando el relato lo requiere y se explaya para crear crónicas con matices, luces y sombras en cuestiones que dibujan la singularidad de sus protagonistas. Narra con agilidad momentos, conflictos, respuestas, actitudes y desafíos que justifican por qué estas mujeres merecen una obra dedicada a mentes agudas: “(…) estuvieron en la brecha, participando en las grandes decisiones del siglo XX. Este es el argumento principal de este libro. Su trabajo por sí solo justifica que se reconozca su existencia”.

En su relato las relaciona: en ocasiones se apoya en lo que ya ha contado de una para presentar a otra e incluso reserva cuatro de los catorce capítulos a vínculos (positivos o no) entre ellas o con otras autoras (Zora Neale Hurston –con un acercamiento especial a esta, subrayando su interés– y Lillian Heiman), y así entreteje esta “biografía coral [que] entrelaza sus personalidades y sus ideas. Descubre las simpatías y las antipatías que surgieron en este extraordinario grupo de mujeres que tanto ha aportado al pensamiento y a las transformaciones culturales del siglo XX”, como precisa la contracubierta del libro.

También se preocupa Dean en desmontar falsas imágenes arañando en sus vidas y, sobre todo, en sus escritos. Para el libro ha escogido elocuentes y jugosas citas como esta de Pauline Kael: “Me pregunto, señora Anónima, si en su plácido y protegido estado marital se ha parado usted a pensar la posibilidad de que el tono de voz afilado sea precisamente resultado de estar siempre pendiente de los demás. Y me pregunto si se ha parado a pensar también en lo difícil que es para una mujer en estos tiempos tan freudianos, en realidad una nueva era victoriana para las mujeres, hacer cualquier cosa, demostrar la más mínima inteligencia sin que la acusen de agresividad antinatural, resentimiento vengativo o lesbianismo […]”.

En el epílogo del libro, Dean se asoma de nuevo –ya lo ha hecho en la confección de los distintos perfiles– en la relación de estas autoras con el feminismo, en cómo eran vistas y en por qué fueron descritas como “agudas” y qué escondía ese adjetivo. Concluye con una frase clara y certera: “Solo podemos hablar con la voz que nos ha sido dada. Y esa voz tiene un matiz y una inflexión que son el resultado de nuestras experiencias. Parte de esas experiencias estarán inevitablemente relacionadas con ser mujer”.

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