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El párrafo y su construcción

Claves para su buen desarrollo: claridad, coherencia y articulación.

11 de marzo de 2024. Estandarte.com

Qué: El párrafo y su construcción

El párrafo: definición, tipos y ejemplosHablamos y escribimos para entendernos, para contar experiencias, sentimientos, vivencias, para crear alianzas y también para convencer, enseñar, darnos a conocer, compartir conocimientos. Contamos con un tesoro: la palabra, y desde tiempos lejanos tenemos una herramienta perfecta: la escritura.

Una escritura que, si queremos que cumpla su cometido, será clara, coherente, bien articulada para que tanto los exámenes, como los currículums, cartas, presentaciones, informaciones, reportajes, historias atraigan la atención desde el primer párrafo.

Así llegamos al párrafo, ese elemento sustancial del texto que, según la RAE, es: “Cada una de las divisiones de un escrito señaladas por letra mayúscula al principio de línea y punto y aparte al final del fragmento de escritura”. En cuanto a su contenido, el párrafo se inicia con una idea clave y continúa con un conjunto de oraciones que giran alrededor de esa idea que funciona como hilo conductor del argumento o de la explicación. De ahí la importancia del orden y la coherencia.

Pero, ¿cuál es su tamaño ideal ?, ¿hay diferentes tipos de párrafos?, ¿son todos iguales?

Empezamos por la pregunta final, y leemos la respuesta en Las 500 dudas más frecuentes del español, editado por el Instituto Cervantes y Espasa, que dice: “[...] No serán iguales la extensión ni la estructura de un párrafo narrativo en una noticia que las de un párrafo descriptivo en un manual, o las de un párrafo en una demostración, etc. Los textos narrativos se organizan de forma cronológica, los descriptivos siguen un orden espacial, los demostrativos presentan tesis, argumento y conclusión, etc.”.

Entre los tipos de párrafos, destacamos los siguientes: de enumeración, utilizado para dar a conocer una serie de informaciones ligadas entre sí. Está formado por una oración principal que organiza los diferentes elementos que lo conforman. Estos elementos se pueden colocar por orden de importancia y separados por coma o punto y coma, según cada caso (Era una habitación abarrotada, agobiante: dos grandes sofás enfrentados, mesas y mesitas repletas de porcelanas; estanterías llenas de libros en una de las paredes; un enorme y desordenado escritorio; ventanales oscurecidos por tupidos cortinones siempre cerrados…).

En el de secuencia la información está ordenada siguiendo un orden determinado. ¿El mejor ejemplo? Una receta de cocina.

Tenemos más tarde el de comparación-contraste. Perfecto para textos descriptivos y argumentativos, se organiza tras una frase que presenta dos elementos que se dan a conocer a través de descripciones que equiparan o diferencian. Es importante eliminar elementos superfluos para destacar lo característico (La comida rápida es nefasta para la salud, mientras que las verduras nos mantienen en forma; en la primera priman las grasas y los azúcares; en cambio las verduras aportan gran cantidad de vitaminas y minerales; con un precocinado ganamos un gran número de calorías algo que no sucede con una ensalada…). Como, tan, igual que, más, en los comparativos, o sin embargo, mientras, al contrario o en cambio son elementos auxiliares imprescindibles en este tipo de párrafos.

Los textos expositivos y argumentativos cuentan con el párrafo de desarrollo de un concepto que parte del enunciado de una idea y se extiende por medio de ejemplos o argumentaciones que los apoyan (En tiempos de crisis aumenta la solidaridad entre personas y lo vemos en el voluntariado, en el apoyo a las ONG, en los comedores sociales…).

Para los textos descriptivos, expositivos y argumentativos están los párrafos de enunciado y solución. Empiezan planteando un problema –la interrogación es un buen modo de comenzar– para continuar dando paso a la solución. (¿Cómo evitar los contagios por coronavirus?  Lo sabemos bien: distancia interpersonal, lavado frecuente de manos con agua y jabón y uso de mascarillas. También es bueno tener las habitaciones bien aireadas, hablar sin levantar la voz, olvidar los cantos…).

En cuanto a la extensión ideal, nos apoyamos en los consejos que ofrecen Las 500 dudas más frecuentes del español. Resumimos:

Conviene evitar los párrafos demasiado largos y también los que contienen una sola oración. Una media de cuatro o cinco oraciones o entre 100 y 150 palabras es una útil recomendación.

–Es fundamental recordar que la primera frase es la importante: ella señala el tema central que crece en las siguientes oraciones para cerrarse, si se quiere, con la idea inicial dando más fuerza a la argumentación.

–Hay que organizar con orden el contenido de los párrafos en el textopara que no haya repeticiones, ni que ideas que deben ir unidas aparezcan en diferentes párrafos.

–También es aconsejable cuidar el equilibrio dentro de la página de forma que no aparezcan párrafos largos junto a otros cortos.

–Y, por último, ¿qué hacer ante un párrafo excesivamente largo? Cortarlo sin piedad. La extensión puede querer decir que hay más de una idea principal o que se han usado más palabras de las necesarias. Ambas cosas van en contra de la claridad y la organización del texto. Si se trata del segundo caso, habrá que eliminar todo lo superfluo, y si es el primero será necesario corregir, dividir de acuerdo con las ideas que presentaba y volverlo a escribir.

¡Menos mal que existen los ordenadores y sus tratamientos de texto! ¿Imaginan los lectores el trabajo ahorrado? Ahora, cortamos una frase aquí, la colocamos allá, vemos cómo queda la página, cortamos arriba, copiamos abajo, contamos con ayuda tipográfica… Antes, si la cosa no iba bien metíamos de nuevo el papel en la máquina de escribir y vuelta a empezar.

Terminamos recordando que estos consejos no están pensados para los textos literarios, ese campo queda en manos de los escritores, su capacidad, su imaginación o su estilo.


 

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