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Vida y obra de Tirso de Molina

Un gran autor que elevó la comedia a sus mayores cotas.

07 de octubre de 2024. Estandarte.com

Qué: Biografía de Tirso de Molina

No hay demasiados datos de la vida de Tirso de Molina (seudónimo literario de Fray Gabriel Téllez) y esos pocos reflejan un transcurrir bastante tranquilo dedicado a la Orden de la Merced, a la que pertenecía, y a la escritura, con una extensa, variada y rica obra literaria que lo situó en la cumbre de la comedia del Siglo de Oro junto a Lope de Vega y Calderón de la Barca.

Pocos hitos marcan su trayectoria vital. Nació en Madrid en 1579. Muy joven, ingresó en el convento madrileño de la Merced para poco después profesar en el de Guadalajara; desde su ingreso en la Orden, Tirso de Molina se movió por un buen número de conventos, como los de Soria, Segovia, Sevilla, Trujillo, Cuenca, Toledo…, alternando su labor religiosa con la lectura, la escritura y la enseñanza. Estaba en Toledo cuando lo eligieron para viajar a la isla de Santo Domingo en una misión pastoral. Pasó allí dos años (1616-1618), conoció de cerca aquella tierra y, a su vuelta, la retrató en alguna de sus obras como, por ejemplo, la Trilogía de los Pizarro (1626-1629), tres comedias históricas: Todo es dar en una cosa, Amazonas de las Indias y La lealtad, en las que narra las andanzas de los hermanos Pizarro, Francisco, Gonzalo y Hernando en la conquista de Perú. La Historia general de la Orden de la Merced (1639), escrita como cronista oficial de la Orden, cierra la memoria de su estancia en el Caribe.

El destierro en Sevilla ordenado por la Junta de Reformación de las costumbres por escribir comedias que dañan la moral, y más tarde el confinamiento en un convento de Cuenca por los mismos motivos, fueron dos acontecimientos, esta vez negativos, que rompieron su tranquila cotidianidad. Pese a todo, siguió escribiendo, menos obras profanas, eso es cierto, y recibiendo diferentes cargos dentro de la Orden. Pasó sus últimos años en el convento de Soria y murió 1645 en Almazán cuando, ya enfermo, viajaba camino de Madrid.

Obediencia a la Orden y pasión por la escritura pueden definir el carácter de Tirso de Molina. Autor extraordinariamente fecundo, se movió en diversos campos literarios, incluida la poesía, con un poemario dotado de enorme armonía como la que representa esta poesía:

 

Que el clavel y la rosa

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?

El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;
el jazmín de honesto olor,
la azucena religiosa,
¿Cuál es la más hermosa?

La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?

 

Pero es en el teatro donde mejor se ve su ingenio y capacidad. Se calculan unas cuatrocientas obras (aunque la mayoría no ha llegado hasta nuestros días), en las que toca todos los temas: autos sacramentales, todavía sin armonía entre el argumento y el simbolismo (El colmenero divino, El laberinto de Creta…); comedias bíblicas (La mujer que manda en casa, La mejor espigadora, La vida y muerte de Herodes…); comedias hagiográficas (la trilogía La Santa Juana, La dama del olivar…); comedia histórica para la que, lo mismo que su admirado Lope de Vega, acudía a relatos y leyendas nacionales (Trilogía de los Pizarro, El cobarde más valiente, La prudencia en la mujer…, basadas en personajes reales como los Pizarro, Martín Peláez o María de Molina respectivamente); comedias de carácter, como Marta la piadosa, una de sus obras más reconocidas, que ahonda en temas serios: religión, muerte, castidad…. al relatar la lucha de dos hermanas por conseguir el amor del mismo hombre, con un estilo en el que humor y crítica diseñan su objetivo; comedia seria o filosófica, un apartado importantísimo con El condenado por desconfiado y, sobre todo, con El burlador de Sevilla y convidado de piedra, que puso en escena a don Juan, un mítico personaje que irá alargándose en el tiempo en obras de otros grandes autores como José Zorrilla, Lord Byron, Molière, Pushkin o Lorenzo da Ponti, autor del libreto del Don Giovanni de Mozart. Llegamos a la comedia de enredo (La villana de Vallecas, Desde Toledo a Madrid, Por el sótano y el torno…), un género que destapa la capacidad de Tirso de Molina para introducirse en ese mundo de intrigas, amor o celos con Don Gil de las Calzas verdes –ejemplo de ingenio en situaciones y lenguaje– como una de las mejores comedias del barroco español.

¿Cuál fue la aportación de Tirso de Molina? Supo divertir, hacer pensar (el destino, la hipocresía, la libertad, la predestinación, la apariencia…), acercó sus historias a la realidad, sin idealismo, ahondó en el dibujo psicológico de sus personajes con una atención especial, aspecto inédito en el teatro español del momento, a lo femenino como en La prudencia en la mujer dedicada a doña María de Molina como reina, mujer y madre o en Marta la piadosa. Esa visión de la mujer inteligente, ingeniosa, valiente, capaz de cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos es un ejemplo más de su aportación a la literatura de todos los tiempos.

Tirso de Molina fue un grande entre los grandes del teatro de su tiempo, un escritor que siempre «se mostró orgulloso de su talento literario y defendió con ahínco la comedia nueva frente a los ataques de los moralistas y de los clasicistas. En su opinión, la comedia se configura como un espectáculo total y globalizador capaz de atraer a todos los espectadores de los corrales de comedias. La tarea del comediógrafo ha de ser la de entretener, divertir, provocar la admiración de ese público heterogéneo, exigente y bullicioso. Y es precisamente ahí donde radica el valor fundamental del teatro tirsiano, en haber elaborado unos mundos cómicos, unas acciones coherentes y complejas, un universo de burlas y enredos admirable», como apunta la biografía de Tirso de Molina en cervantesvirtual.com.

 

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