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Esopo y sus fábulas

Un autor y un género de plena actualidad.

15 de febrero de 2024. Estandarte.com

Qué: las fábulas de Esopo

Las fábulas de Esopo de VVKidsSi buscamos su definición en el Diccionario de la RAE, vemos que fábula es un “breve relato ficticio en prosa o en verso, con intención didáctica frecuentemente manifestada en una moraleja final, y en que pueden intervenir personas, animales y otros seres animados o inanimados”.

No es tan fácil, en cambio, conocer con detalle la historia del gran fabulista que fue Esopo. No hay demasiados datos y algunos son más producto del imaginario que de la realidad. La existencia de este escritor griego del siglo VI a. C., rodeada de leyendas difíciles de comprobar, se sitúa durante el florecimiento del género poético gnómico, término con el que se califican los poemas compuestos por versos cortos, con sentencias didácticas morales. Por el historiador Heródoto (484-425 a. C.) se sabe que fue esclavo de un ciudadano de Samos que posteriormente le concedió la libertad; y hay datos fiables que confirman que fue injustamente condenado a muerte y despeñado en Delfos. En cuanto a su lugar de nacimiento, pudo ser Frigia, Tracia, Samos o algún lugar de Egipto. El resto de su biografía queda en la nebulosa, aunque hoy lo que realmente importa no son unas fechas o unos nombres, sino lo que las fábulas han supuesto a lo largo de la historia.

A Esopo se le atribuyen breves relatos en prosa, con intención moral a los que se llamó fábulas esópicas y cuya primera compilación se debe al poeta y fabulista Babrias (siglo III). Su influencia se ha trasmitido a la posteridad a través de las imitaciones latinas del liberto Fedro (siglo I). Mas cercano en el tiempo aparece escritor francés Jean de la Fontaine (1621-1695)   que dio un gran impulso al mundo de la fábula; mientras que en España Félix María de Samaniego (1745-1801) y Tomás de Iriarte (1750- 1791) se inspiraron en el legado de Esopo con fábulas que ganaron merecida fama.

Breve, de estilo sencillo, con un lenguaje claro, al alcance de todos y protagonizada, en su mayoría, por animales que personifican diferentes virtudes o defectos: maldad, astucia, despilfarro, soberbia, previsión o grandeza… Así son las características que definen este género creado por Esopo (como se cree en la Grecia antigua), y que trata de transmitir valores como la prudencia, la moderación, la fidelidad, el agradecimiento, el trabajo o el sentido común. Historias didácticas que terminan en premio o castigo según se desarrolle la acción. El zorro y las uvas, La cigarra y la hormiga, El pastor mentiroso, La tortuga y la liebre, El lobo y la garza La rata de campo y la rata de ciudad, son algunas de las muy numerosas –no todas suyas según parece­– fábulas que llevan el sello de este autor.

Las tres que ahora vamos a ver son un ejemplo de un arte que sigue teniendo vigencia hoy día.

El águila y la zorra

De cómo la traición encuentra su castigo.

Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de que eso reforzaría su amistad. Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol.

Un día que la zorra salió a buscar comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.

Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños.

¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lejos a su enemigo.

Mas no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad. Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocándola en su nido. Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo. Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.

Las ranas pidiendo rey

O cómo es mejor tener un gobernante sencillo y simple –el palo– que uno malvado –la serpiente–.

Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey.

Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.

Espantadas las ranas, por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie, y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaron sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.

Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara el rey, pues este era demasiado tranquilo.

Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una las atrapó y devoró a todas sin compasión.

La zorra y el cuervo gritón

O cómo la adulación y la vanidad pueden dejarte sin nada.

Un cuervo robó a unos pastores un trozo de carne y se retiró a un árbol.

Lo vio una zorra, y deseando apoderarse de aquella carne empezó a halagar al cuervo elogiando sus elegantes proporciones y su gran belleza, agregando además que no había encontrado a nadie mejor dotado que él para ser el rey de las aves, pero que le afectaba el hecho de que no tuviera voz.

El cuervo, para demostrarle a la zorra que no le faltaba voz, soltó la carne para lanzar con orgullo fuertes gritos.

La zorra, sin perder tiempo, rápidamente cogió la carne y le dijo:

–Amigo cuervo, si además de vanidad, tuvieras entendimiento, nada más te faltaría realmente para ser el rey de las aves.

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