El sorprendente giro de J. M. Coetzee

28 de diciembre de 2013. Estandarte.com

El escritor J. M. Coetzee, en declaraciones a Estandarte, ha desvelado en primicia que trabaja en una trilogía novedosa teniendo en cuenta el rumbo de mi carrera literaria, según las propias palabras del autor. Esta nueva ambición surge a propósito de la tibia recepción de su novela más reciente, La infancia de Jesús, cuestionada por la crítica y ausente de las listas de lo mejor del año, un hecho que ha causado un grave desconcierto en Coetzee.

Me acerqué a un Barnes & Noble que tengo cerca de casa, explica Coetzee, y pregunté al librero: pero, si no os gusta esto, ¿qué os gusta? Y me señaló una torre de libros gordos negros. Siguiendo el consejo del librero en cuestión, las lecturas de J. M. Coetzee durante el último año han consistido —de manera fundamental— en las diversas sagas que han encandilado a los lectores de todo el mundo, desde las aventuras de Harry Potter a la más reciente Cincuenta sombras de Grey, pasando por Crepúsculo o Los juegos del hambre.

No voy a decir que me identifiqué con alguna cosa, pero casi, continúa el galardonado con el Nobel de Literatura en 2003, que se reconoció con orgullo en aspectos como la creencia de que el sexo lo complica todo o las personas que no son lo que parecen. El resultado de estas sorprendentes lecturas es Escenas de una vida literaria, nuevo proyecto con el que revisita su trilogía autobiográfica Escenas de una vida de provincias, y cuyo primer volumen espera publicar en torno al 28 de diciembre de 2014.

De esta forma, J. M. Coetzee narrará diversos episodios de su vida convertido en algunos de los personajes que le han acompañado en el transcurso de los últimos meses. En la primera de estas novelas, Coetzee se transformará en un joven mago huérfano acompañado por dos escuderos; fuentes de la editorial —ya ha entregado el manuscrito— apuntan que los roles de Ron Weasley y Hermione Granger recaerían en personajes trasunto de Mario Vargas Llosa —John Maxwell pensó al principio en Naipaul, confesaron, pero luego dijo que igual se enfadaba— y Elfriede Jelinek.

La segunda entrega, en cuya escritura se halla inmerso, nos mostrará a un Coetzee convertido en una inocente becaria de una editorial independiente, que inicia una relación de carácter sadomasoquista con un todopoderoso y atractivo empresario, dueño de un gran grupo, que disfruta tanto azotándola como robando a golpe de cheque los talentos que ella descubre. Lo mismo escuece un poquito, advierte el Nobel sudafricano.

Para la tercera, aún por escribir, J.M. Coetzee duda si convertirse en una adolescente que viste camisas de cuadros, conduce furgonetas y sueña con llegar virgen al matrimonio, o en un vampiro del siglo XXI que seduce a las chicas poniéndoles discos de pizarra. Todo dependerá de la recepción del público de esta trilogía, especifica, y de si veo que les hace más gracia una cosa u otra, porque yo a estas alturas lo que busco es el disfrute. Cada vez que voy a dar una conferencia, lamenta Coetzee, veo que me lee gente triste, y vuelvo a mi casa peor todavía. En todo caso, J. M. Coetzee ha calmado a sus lectores de siempre, asegurando que los tres libros irán bien de tormento y bien de sexo, como resulta habitual en su literatura.

(Actualización del 29 de diciembre: ¡feliz Día de los Inocentes, queridos lectores de Estandarte!)