Ha muerto el escritor Félix Romeo

07 de octubre de 2011. Emilio Ruiz Mateo

Félix Romeo ha muerto esta mañana en Madrid de un ataque al corazón. Puede que, como me ha ocurrido a mí mismo hace un momento cuando lo he sabido, tengas que leer dos veces la frase para cerciorarte de que no te has confundido.

En este mundo de los libros y los escritores hay personas más o menos educadas, mejor o peor encaradas, con mayor o menor empatía, pero pocas, muy pocas producían el bienestar al encontrártela en cualquier lugar como en el caso de Félix.

Félix Romeo publicó dos novelas en Anagrama (Discotèque y Dibujos animados) y un libro de memorias-homenaje a su amigo Chusé Izuel, Amarillo (Plot Ediciones), aquel fascinante ejercicio de introspección emocional.

Pero Romeo, además, ha destacado en los últimos años por su muy particular manera de hacer periodismo cultural: alejado de prejuicios esnobs, abierto de pleno a cualquier tipo de innovación, sin miedo a parecer superficial (como solo puede hacerlo quien cuenta con una cultura inmensa y bien asentada), juguetón, sorprendente y muy divertido.

Félix Romeo era un disparadero de referencias, guiños e invitaciones constantes a disfrutar leyendo. Romeo, además, dirigió durante cinco años el programa de televisión cultural La mandrágora, en TVE, y fue colaborador de Radio 3. Sería maravilloso poder contabilizar todos los libros, directores, dibujantes y demás artistas que hemos descubierto gracias a sus recomendaciones.

Recomendaciones, por cierto, que jamás sonaban a “mira lo que te estoy desvelando desde mi conocimiento”, sino a “ojalá te lo pases igual de bien que yo con esto”.

Da la maldita casualidad de que hacía meses que no me encontraba con él, y justo anoche el azar de Madrid y sus citas nos juntó. Los que le conocen bien saben que era un maestro en unir personas, con sus presentaciones elogiosas que solo buscaban entrecruzar intereses entre sus amigos.

Da la maldita casualidad de que ayer se te ocurrió decirle a quien se encontraba a mi lado que me caracterizaba por ponerle corazón a las que cosas en las que trabajo. Qué fácil me lo has puesto hoy, Félix.