Pasión por leer. Pasión por escribir.

Portada > Noticias > Autores > Entrevista a Recaredo Veredas

Entrevista a Recaredo Veredas

El autor se declara "harto de novelas de Malasaña".

26 de marzo de 2014. Emilio Ruiz Mateo

Qué: Entrevista a Recaredo Veredas sobre su novela Deudas vencidas

Debuta en novela Recaredo Veredas con Deudas vencidas, pero su literatura mordaz y afilada es vieja conocida por los lectores de relato español contemporáneo. La “literatura de la crisis” comienza a aparecer en las librerías, denunciando la carestía económica, social y moral mientras centra sus tramas en los más desfavorecidos, pero Recaredo Veredas ha querido poner el ojo en los que sacan tajada de ella. Un botín que no salva de la soledad y el desconcierto que caracterizan al narrador de Deudas vencidas, una voz narrativa poderosa que atrapa al lector por su temible verosimilitud.

Conversamos con Veredas en una entrevista que empieza hablando de delitos y acaba con piropos...  

Emilio Ruiz Mateo (ERM): Si usted fuese Juan José Millás, su protagonista se llamaría Millás… ¿Por qué decide no llamar “Recaredo Veredas” a su narrador? Y no vale responder porque usted no es Millás… Le pregunto por la opción narrativa. Yo diría que Deudas vencidas es una autoficción suavizada…
Recaredo Veredas: Suavizada, afirma. ¿Qué concepto tiene usted de mi vida? Le aseguro que, por ahora, no he entrado en una dinámica delictiva como la que sufre (o disfruta) el protagonista. De hecho puede comprobar mis antecedentes penales y verá que son nulos. Yendo al inicio de la novela: nunca he contratado a un matón. Si llamara al protagonista como yo estaría asumiendo como propios sus actos, lo que no creo que me beneficiara lo más mínimo, ni personal ni profesionalmente.

ERM: Formulé mal mi primera pregunta, me refería a su mirada, a su voz. Pero no es autoficción, claro. Habría que inventar un término para ello. O bastaría con "Literatura", quizá…
Recaredo Veredas: Sí, el narrador es muy yo. Hay muchas más cosas de Osmundo en mí de las que me atrevería a confesar. 

ERM: Concretemos: ¿en qué se parece y en qué se diferencia más usted del personaje narrador de Deudas vencidas?
Recaredo Veredas: Me parezco en la profesión, en la edad y en ciertas neurosis, como la hipocondría. Me diferencio en todo lo demás, empezando por el entorno familiar, siguiendo por la ideología y continuando con los métodos de trabajo. Tampoco soy tan rastrero, creo que no habría soportado a Borja tanto como lo aguanta el protagonista. Ni, supongo, le habría hecho tanto la pelota.

ERM: La suya se enmarca de lleno en “las novelas de la crisis”, esas narraciones que desde hace unos meses empiezan a aparecer y en las que la situación económica y social de crisis ocupan una parte central del discurso. ¿Hay alguna/s de esa/s novela/s que haya leído y le haya/n gustado?
Recaredo Veredas: Sí. La trabajadora, escrita por mi amiga Elvira Navarro. Está consiguiendo un justo éxito gracias a su poder empático, a cómo conecta con ese zeitgeist con el que tan obsesionado está mi Osmundo. También En la orilla de Rafael Chirbes es una novela excelente, aunque inferior a Crematorio: no posee un protagonista tan magnético.

ERM: Hace poco hemos conocido la compra de Santillana por parte de Penguin Random House. El paisaje editorial español es cada vez más una lucha de titanes, con un ejército de independientes resistiendo… ¿Qué le sugiere este panorama?
Recaredo Veredas: Nada bueno. La concentración es orwelliana. Implica que una sola mano (o dos manos, PRH y Planeta) controlan un porcentaje altísimo de la producción editorial. Pueden permitirse crear simulacros de editoriales independientes o literarias, líneas de bestseller o eróticas que compitan entre sí. Manufacturar un simulacro de mercado, vamos. En cuanto a las independientes, sus editores son o millonarios o héroes, ya que mantener una editorial no es un negocio precisamente rentable, a no ser que tengas una suerte infinita y compres Juego de tronos. En la mayor parte de los casos, desde Alpha Decay a Lengua de Trapo, pasando por Asteroide o Salto de Página, su labor es admirable, pese a que no siempre acierten en sus elecciones.

ERM: A diferencia de buena parte de los autores españoles, usted es abogado y escritor, no se gana la vida con la escritura. ¿En qué cree que le beneficia esto respecto a sus compañeros? ¿Y en qué le perjudica?
Recaredo Veredas: Creo que solo me beneficia. Vuelvo al dinero, y no crea por eso que soy un consumado materialista; si no fuera abogado tendría que ganarme la vida como la protagonista de La trabajadora, la novela de Elvira Navarro que antes he mencionado. Es decir, corrigiendo manuscritos, dando clases en talleres... No conozco, dentro de mi pequeño ecosistema indie, a nadie que se dedique exclusivamente a la literatura y no sea rentista o millonario. En otros ecosistemas literarios, como el senior, es relativamente posible. Por ejemplo, conozco superficialmente a Martínez de Pisón, excelso novelista, y creo que vive de la escritura. Pero alcanzar sus ventas y su estatus es harto complicado. Lo mismo afirmo respecto de estrellas mayores, como Muñoz Molina o Marías, que ahora, además, venden bastante menos que en sus tiempos de gloria. El mundo del bestseller (Julia Navarro, Santiago Posteguillo...) se me escapa. Supongo que conseguirán vivir de sus textos con relativa comodidad. 

ERM: Mójese: ¿qué echa en falta en general a lo que se escribe (o al menos, se publica) hoy en España?
Recaredo Veredas: Falta largo aliento. El novelista joven español se ha acostumbrado a las obras pequeñitas e intimistas. Faltan voces con fuerza, capaces de construir una novela con cientos de páginas y muchísimos personajes. Estoy harto de novelas de Malasaña. Por eso me gustó tanto, vuelvo a citarle, El día de mañana, la penúltima novela de Pisón. Y me ha gustado también mucho, aunque posea vocación de bestseller y no tenga nada que ver con lo que yo escribo, Cartas a Palacio, de mi amigo Jorge Díaz. En ambos casos, el novelista es capaz de jugar con decenas de personajes sin perder el rumbo ni el ritmo. Ahora mismo estoy leyendo Europa Central, de William Vollmann. Es una novela difícil pero también fascinante, por esa capacidad de arrastre y ese estilo que posee el autor, cargado, pero apropiado para la epopeya que está narrando.

ERM: Sus relatos son bien conocidos por muchos lectores. Ésta es su primera novela. ¿Cómo le ha resultado “la larga distancia”?
Recaredo Veredas: No es la primera vez que abordo la larga distancia, aunque sí es la primera vez que escribo una novela de la que pueda sentirme satisfecho. Tengo otras dos novelas en el disco duro y allí permanecerán para siempre, a no ser que consiga un éxito planetario y me publiquen hasta la lista de la compra, como ha ocurrido con Bolaño. Dudo que ocurra y si pasa espero que sea dentro de muchas décadas. A lo largo del camino por el desierto que duró de 2006 (fecha de la primera intentona) hasta 2014, aprendí mucho de mis errores. Sobre todo aprendí la necesidad de crear un protagonista empático, aunque sea un canalla. También tengo la suerte de contar con buenos amigos que son, al mismo tiempo, grandes lectores.

ERM: Prefiero siempre dejar los piropos para el final. Permítame decirle que la voz de su narrador es el gran acierto de Deudas vencidas. Hacen falta pocas páginas para hacerse con el personaje, y al acabar la novela uno siente que puede encontrárselo por la tarde en el ascensor. ¿Cómo la ha trabajado?
Recaredo Veredas: Muchas gracias. La voz me ha resultado fácil de crear: es en muchos aspectos la mía, en eso sí le doy la razón. Lo que me ha resultado más difícil es vincular las reflexiones y comeduras de tarro del protagonista-narrador con la progresión de la historia. Esta combinación ha exigido varias versiones y una labor de poda considerable.

Comentarios en estandarte- 0