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Miguel Hernández, cuentista

La BNE adquiere los relatos infantiles que dedicó a su hijo.

05 de agosto de 2014. Estandarte.com

Qué: la Biblioteca Nacional de España adquiere el manuscrito de los cuentos infantiles de Miguel Hernández. Cuándo: escritos entre junio y octubre de 1941. Dónde: Reformatorio de Adultos de Alicante.

Pensamos en el autor de las Nanas de la cebolla como poeta, pero la Biblioteca Nacional de España (BNE) nos ha descubierto su faceta de narrador.

La Biblioteca Nacional ha comprado un manuscrito con cuentos infantiles de Miguel Hernández: seis hojitas de papel higiénico cosidas en la parte superior, con bordes irregulares, que —se supone— formaron un pequeño cuaderno que el poeta no completó.

El manuscrito de Miguel Hernández, llamado Cuentos infantiles por la Biblioteca Nacional, consta de cuatro relatos para los más pequeños: El potro oscuro, El conejito, Un hogar en el árbol y La gatita Mancha y el ovillo rojo. Se escribieron entre junio y octubre de 1941 en el Reformatorio de Adultos de Alicante, y están dedicados a su hijo Manuel Miguel.

José Carlos Rovira, catedrático de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Alicante, afirma que tienen por su cronología posible la condición de ser los últimos escritos del poeta. En su artículo sobre el manuscrito para la Biblioteca Nacional, Rovira especifica que Miguel Hernández preparó un libro de cuentos para su hijo en la enfermería de la cárcel, postrado en una cama debido a la tuberculosis. Allí moriría el 28 de marzo de 1942.

Contó con la ayuda de su amigo Eusebio Oca Pérez, maestro nacional, periodista y dibujante, con quien estuvo encarcelado en el Reformatorio, y que compuso con dos de ellos (El potro oscuro y El conejito) un libro lleno de dibujos para que el poeta lo regalase a su hijo. En agradecimiento por su ayuda, Miguel Hernández entregó a Eusebio Oca Pérez el manuscrito.

Ya existía una edición facsímil de estos cuentos infantiles, preparada por Rovira en 1988. El estudioso recuerda cómo Miguel Hernández intentó hacerlos pasar por traducciones de textos originales ingleses, quizá para sortear la censura de la cárcel, pero los textos muestran rasgos inequívocos de su escritura.

Este documento se suma a otras piezas manuscritas de Miguel Hernández ya en poder de la Biblioteca Nacional: un poema del Cancionero y Romancero de ausencias (1938-1941) y tres papeles autógrafos con versos. Sin embargo, estos cuentos infantiles llaman la atención por su singularidad en la producción de Miguel Hernández.

 

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