Cuestionario Javier Sierra

14 de febrero de 2013. Estandarte

La última novela de Javier Sierra, El maestro del Prado, acaba de llegar a las librerías. En ella descubrimos a un hombre fascinado por la cara oculta de algunos de los cuadros más misteriosos que atesora el Museo del Prado de Madrid... Pero, como ya es habitual en nuestro Cuestionario Estandarte, hemos querido conocer cómo se relaciona este best seller con los libros, sus filias y fobias librescas... A continuación tienes el resultado. ¿Compartes alguna de ellas?

¿Cuántos libros lee al año? 
Muchos los leo como consulta, y tienen un disfrute muy diferente a los que leo por ocio… Leo un 70% por trabajo y un 30% por ocio, más o menos. Diría que leo unos 10 libros al mes, 120 al año.

Sea valiente. Confiésenos alguna lectura pendiente que le sonroje admitir.
He leído todos los anteriores y me gustaron mucho, por eso me sonroja no haber leído los tres últimos Caballo de Troya de J.J. Benítez, del 7 al 9.

¿Qué libro le habría gustado escribir?
El quinto día, de Frank Schätzing. Me pareció muy original por cómo mezclaba elementos: es un cruce entre Las guerra de los mundos, 20.000 leguas de viaje submarino y Contacto, de Carl Sagan. Un novelón de casi 1000 páginas.

¿Recuerda el primer libro que leyó?
Sí, lo recuerdo bien, de una colección de clásicos que hacía mi madre: Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas. No sé qué me impresionó más, si el libro o haberlo terminado, porque, en esas edades, un libro es un obstáculo a batir… Y lo conseguí.

¿Cómo ordena los libros de su biblioteca?
Por temas, lo que me obliga a veces a comprar un libro dos, y hasta tres veces. Tengo una biblioteca muy grande, y además distribuida en dos lugares, por lo que, conscientemente, a veces los compro repetidos.

¿Cuál es su lugar ideal para leer?
En casa, en mi sillón de orejas, que se cae de viejo, pero que ya está hecho a mi horma. No lo llevo ni al tapicero, porque en ese tiempo dejaría de leer…

¿Y para escribir?
Intento que sea siempre en mi biblioteca, en mi casa. Aunque puedo escribir en cualquier lugar, porque vengo del periodismo, necesito sentirme arropado. Y he descubierto que necesito escribir de cara a la pared, para que no haya nada que me distraiga. Lo que tengo delante es una plancha metálica en la que, con imanes, pongo imágenes y cosas que utilizo para lo que escribo: levanto la mirada y veo el mapa visual de lo que estoy escribiendo.

Se lo rogamos, responda a esta absurda pregunta: hay una inundación y todos sus libros van a morir, ¿qué tres salvaría?
La Epopeya de Gilgamesh, la Odisea y la Biblia, porque son textos primordiales. Igual que Picasso acudió a Altamira para crear su arte más moderno, yo acudo a lo más antiguo, para que ilumine.

¿Tiene lector de ebooks? ¿Le gusta el libro electrónico?
Sí, ereader y tableta, y los uso. Lo que me pasa últimamente es que los libros que veo que son muy buenos en ebook, acabo comprándolos en papel. Me gusta mucho subrayarlos, anotarlos, meterles cosas dentro, recortes de prensa... De este modo, cada libro es un cofre del tesoro que descubres al cabo de los años. Lo cierto es que subrayar sí, pero lo demás, no puedes hacerlo en un ebook. La verdad es que no me fío del todo: tengo la sensación de que un día va a haber un apagón digital y me voy a quedar sin algún libro. Es una visión muy prehistórica, pero ese temor existe.

Recuerde alguna anécdota curiosa que haya tenido con algún lector.
¡Muchas! Como aquel taxista de Barcelona que me escuchó un día en la radio hablando desde el monte Ararat y quedó tan fascinado, que bajó la bandera, para que nadie le molestase y seguir escuchando… A los pocos días, con su mujer, cogió ese mismo taxi y se fue hasta Logroño a una firma de libros, porque sabía que en Barcelona habría demasiada cola… O aquel otro que me encontré en Milán haciendo cola para ver "La Última Cena" de Leonardo da Vinci: estaba allí porque le había encantado mi libro, y lo llevaba en la mochila… Fue fantástico.

¿Qué está leyendo estos días?
La estirpe maldita, de mi amiga Isabel Pisano, sobre la maldición de los Borbones, y Lo que hay que tener, de Tom Wolfe, sobre los astronautas de las misiones Apolo.

Si no hubiese sido escritor, ¿qué le habría gustado ser?
Locutor de radio. Creo que están emparentados, radio y literatura son primas hermanas: obligan al receptor a poner imágenes a lo que cuentas.

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