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Las cartas de Julio Cortázar, en la BNE
Adquieren su correspondencia con el editor Francisco Porrúa.
19 de enero de 2016. Estandarte.com
Qué: la BNE compra las cartas de Julio Cortázar a su editor, Francisco Porrúa.
La Biblioteca Nacional de España (BNE) contará en su fondo con las cartas que el escritor Julio Cortázar envió a su amigo Francisco Porrúa, mítico editor de la literatura latinoamericana del siglo XX, aunque la nota de prensa de la institución lo define como «agente literario». La adquisición la ha efectuado la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, que depende del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Francisco Porrúa (Corcubión, La Coruña, 1922 - Barcelona, 2014) publicó dos obras capitales de la literatura en español durante el pasado siglo: Rayuela (1963), de Julio Cortázar, y Cien años de soledad (1967), de Gabriel García Márquez, ambos en el sello Sudamericana, para el que trabajó. En Argentina creció, vivió y fundó Ediciones Minotauro: una de las principales editoriales de ciencia ficción de habla hispana, en la que descubrió para los lectores en nuestra lengua a genios como J. G. Ballard, Ray Bradbury o J. R. R. Tolkien.
El corpus se nutre de 126 cartas que Julio Cortázar remitió a Francisco Porrúa entre el 15 de marzo de 1960 y el 20 de julio de 1977. Salvo cinco cartas, el resto están mecanoscritas, casi todas con la firma del autor, y muchas de ellas poseen anotaciones a mano. Cortázar escribía casi siempre sus cartas a máquina, haciendo una copia a carbón para su archivo personal: a él pertenecen las cartas adquiridas por la BNE. ¿Sobre qué trata la correspondencia de Julio Cortázar a Francisco Porrúa? Se centran en su obra —principalmente en Rayuela—, en asuntos de la vida personal y profesional del escritor, y en la relación de amistad entre autor y editor.
En las cartas encontramos las obsesiones de Julio Cortázar: su decisión de revisar una y otra vez las galeradas de sus libros, hasta estar seguro de su forma y contenido; o la preocupación constante por las cubiertas, para adaptar su diseño a los tiempos, llegando a dibujar la tapa de Rayuela. Este dibujo figura en las cartas, por ejemplo, entre otras ilustraciones y esquemas, incorporados en folios o en los márgenes de las páginas. La BNE considera que el material es «de un valor incalculable y de gran interés», puesto que la institución «no cuenta con ningún autógrafo de Cortázar en sus fondos», algo que les permitirá «investigar otros aspectos de la obra literaria» del escritor, gracias a su relación con Francisco Porrúa.
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