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Calderón de la Barca, vida y obra

Con él y su extraordinaria obra termina el glorioso Siglo de Oro español.

22 de febrero de 2024. Estandarte.com

Qué: Biografía de Pedro Calderón de la Barca

Ciento veinte comedias, ochenta autos sacramentales y varias piezas menores ponen de relieve la extraordinaria capacidad creativa de Pedro Calderón de la Barca, un autor que por su extensa vida “[…] sintetiza el magnífico pero también contradictorio siglo XVII, el más complicado de la historia española. Testigo de tres reinados (el de Felipe III, el de Felipe IV y el de Carlos II) vivió la Europa del pacifismo, la Europa de la Guerra de los Treinta Años y la del nuevo orden internacional, simultáneo al lento declinar de la monarquía. Es decir, el Siglo de Oro de las letras y las artes que también fue siglo de barro y de crisis que habría de definir después Ortega y Gasset como el del aislamiento o tibetanización de España” (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).

Su siglo, el XVII, es el de la decadencia española, del aislamiento, de la dejación de poderes, de las luchas antirreformistas: los reyes gobiernan por medio de validos (duques de Lerma y de Uceda, conde duque de Olivares, Luis de Haro…); continúa la sangría humana y económica de las guerras en los Países Bajos; se independiza Portugal; se pierden Holanda, el Rosellón, Cerdeña y Artois; se subleva Cataluña;  y la muerte de Carlos II (1665-1700), sin descendencia, dio paso a la guerra de Sucesión y a la llegada de Felipe V.

Pero su siglo es asimismo el del triunfo del barroco en las artes (José Ribera “El Españoleto”, Zurbarán, Murillo, Valdés Leal, Velázquez) y en las letras (Luis de Góngora, Francisco Quevedo, Baltasar Gracián, Lope de Vega, Tirso de Molina, Ruiz de Alarcón…). Es un tiempo fructífero y también difícil, que mira hacia la Edad Media, que se siente vigilado por la Inquisición, que recobra el gusto por los romances y el teatro, y que sortea las dificultades para la libre expresión haciendo uso de un lenguaje extraordinariamente rico, que se sirve, marcando un estilo propio, de las formas creadas por el Renacimiento.

Este es el contexto para una biografía que, en unas pocas fechas concretas, cuenta su recorrido vital y deja el protagonismo a su estilo y a su obra. Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el 17 de enero de 1600 dentro de una familia acomodada, lo que le permitió estudiar con los Jesuitas y, más tarde, en las universidades de Alcalá y Salamanca. La escritura le atrajo desde muy temprano y durante toda su vida. De 1623 es su primera comedia Amor, honor y poder (aunque ya antes participó en las justas poéticas para la canonización de Santa Teresa, San Isidro y San Ignacio de Loyola) que abrió el camino a una carrera de enorme éxito que lo acompaño hasta sus años finales.

Bien recibido y aceptado por la corte, en 1635 escribió El mayor encanto, amarpara la inauguración del Buen Retiro; dos años después entra al servicio del duque del Infantado y participa en varias campañas militares (Fuenterrabía, Valencia y Cataluña). En 1651 se ordenó sacerdote y fue nombrado capellán de Reyes Nuevos de Toledo, donde vivió hasta 1663, cuando se trasladó a Madrid para ejercer de capellán de honor del rey. Escribió su última obra, Hado y divisa de Leonido y Merfisa en 1680,justo un año antes de morir. Tuvo, como vemos, una vida relativamente tranquila –muy diferente a la de Cervantes o Lope de Vega–, pletórica en producción y llena éxito, al punto de ser el autor dramático más de moda en la corte.

Dos épocas marcan su obra; en la primera se advierte su admiración por Lope de Vega, siguiendo el modelo de sus comedias. La dama duende y Casa con dos puertas mala es de guardar son dos piezas destacadas de este periodo. La segunda, también esta iluminada por El Fénix de los Ingenios, pero con una aportación personal, más sobria, más concreta, que cuida los detalles, acentúa el barroquismo de las formas y elimina situaciones y personajes para dar toda la fuerza a la trama central y al protagonista principal.

Hombre de su tiempo y cultura, hace suyos los temas del teatro barroco como el honor en una de sus obras cumbre, El Alcalde de Zalameaen la que su protagonista se opone a la justicia oficial para defender la honra de su hija poniendo su honor por encima de todo con estos versos tantas veces recitados: “Con mi hacienda; /pero con mi fama, no. / Al Rey, la hacienda y la vida / se ha de dar; pero el honor/ es patrimonio del alma, / y el alma sólo es de Dios.” También el honor, esta vez movido por los celos, se retrata en El mayor monstruo, los celos que incluso lleva al asesinato. Unos celos, vistos por Calderón de forma razonado que acaban inevitablemente a una venganza meditada (El médico de su honra, A secreto agravio, secreta venganza).

No olvidó temas religiosos, con la Biblia y leyendas como fuente de inspiración (El príncipe constante, La devoción de la cruz); históricos, centrados en asuntos nacionales (El sitio de Breda, Amar después de la muerte); los de capa y enredo, quizás uno de las más conocidas, en los que demuestra su maestría en el manejo y descripción de personajes (La dama duende, Casa con dos puertas mala es de guardar, El encanto sin encanto); ni los filosóficos donde la angustia existencial impregna el desarrollo de su otra obra cumbre, La vida es sueñoque tiene la fugacidad de la vida como elemento esencial, reflejado en los siguientes versos que no por conocidos pierden el valor descriptivo: “¿Qué es la vida? Un frenesí / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño/ y los sueños, sueños son”.

Y llegamos al auto sacramental (obras de carácter religioso, compuestas en un acto y en verso, con personajes alegóricos, de argumento espiritual que termina con la exaltación y adoración de la Eucaristía) que alcanza su máxima perfección con Calderón; en este género autor se mueve con auténtica libertad, combinando con perfecta maestría ideas religiosas y filosóficas, juega con elementos alegóricos y musicales, utiliza temas mitológicos, bíblicos o se adentra en los problemas de la época. Entre sus principales autos destacan El gran teatro del mundo, La cena del rey Baltasar y La vida es sueño, inspirada en el drama del mismo nombre.

En los retratos vemos a un hombre de semblante austero, serio, de frente ancha, nariz larga, ojos profundos y ropajes oscuros, una imagen que se compadece con su lenguaje, con esa forma de escribir retórica y didáctica, fiel reflejo del culteranismo, que domina la lógica y el cromatismo, con metáforas audaces, riqueza descriptiva y una extraordinaria capacidad para la lírica.

Calderón de la Barca murió en Madrid el 25 de mayo de 1681. Cinco días antes de su muerte, pidió ser enterrado en la iglesia parroquial de El Salvador, de Madrid y así se hizo. Los años y los traslados a los que fue sometido acabaron con su desaparición. Nadie sabe dónde están sus restos.

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