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Siete poemas de Juan Ramón Jiménez

Sensibilidad a flor de piel en estos poemas de Juan Ramón Jiménez.

31 de marzo de 2024. Estandarte.com

Qué: Selección de poemas de Juan Ramón Jiménez

Poemas de Juan Ramón JiménezPoeta, premio nobel de literatura en 1956 y autor de esa joya maravillosa llamada Platero y yo, Juan Ramón Jiménez (Palos de Moguer, 1881-San Juan, 1958) es una figura decisiva de la poesía española, tanto por su excepcional capacidad creadora como por la exigencia estética de su escritura.

Modernista –aunque a su manera– en sus primeros años creativos, evoluciona a partir de 1916 hacia un estilo que busca expresar su individualidad. En nuestro paseo por las páginas de la Antología poética editada por Cátedra en 1989, disfrutamos con su visión del mar, el paisaje, los colores, el amor, la belleza, entendemos su sentido panteísta, su sensibilidad, su nostalgia y vemos cómo el poeta depura su escritura y la libra de ornamentos en un afán de llegar a una estética pura.

Nocturnos del libro Arias tristes (1902); Primavera amarilla, de Poemas mágicos y dolientes (1910), Muro con rosa, de Sonetos espirituales (1917), Madre, de Diario de un poeta recién casado (1917), Universo, de Eternidades (1918), Canción de Belleza (1923) y Renaceré yo, de La estación total (1946) son, tras muchas dudas, nuestra selección. Dato curioso, en Muro con rosa aparece la palabra injenua así escrita y no es una errata, es que Juan Ramón Jiménez tenía sus “cosas” y una de ellas era sustituir la ge por la jota. 

Nocturnos 

4  

¿Quién pasará mientras duermo,
por mi jardín? A mi alma
llegan en rayos de luna
voces henchidas de lágrimas

Muchas noches he mirado
desde el balcón, y las ramas
se han movido y por la fuente
he visto quimeras blancas.

Y he bajado silencioso…
y por las finas acacias 
he oído una risa, un nombre
lleno de amor y nostalgia.

Y después, calma, silencio,
estrellas, brisa, fragancias…
la luna pálida y triste
dejando luz en el agua…

     

5

Alguna noche que he ido
solo al jardín, por los árboles
he visto un hombre enlutado
que no deja de mirarme.

Me sonríe y, lentamente,
no sé cómo, va acercándose,
y sus ojos quietos tienen
un brillo extraño que atrae.

He huido, y desde mi cuarto, 
a través de los cristales,
lo he visto subido a un árbol 
y sin dejar de mirarme.

6

Mi alma ha dejado su cuerpo
con las rosas, y callada
se ha perdido en los jardines
bajo la luna de lágrimas.

Quiso mi alma el secreto
de la arboleda fantástica;
llega… el secreto se ha ido
a otra arboleda lejana.

Y ya, sola entre la noche,
llena de desesperanza,
se entrega a todo, y es luna
y es árbol y sombra y agua.

Y se muere con la luna
entre luz divina y blanca
y con el árbol suspira
con sus hojas sin fragancia,

y se deslíe en la sombra,
y solloza con el agua,
y, alma de todo el jardín,
sufre con toda mi alma.

Si alguien encuentra mi cuerpo
entre las rosas mañana
dirá quizás que me he muerto
a mi pobre enamorada.

Primavera amarilla
¡Abril galán venía, todo 
lleno de flores amarillas…
amarillo el arroyo,
amarilla la senda, la colina,
el cementerio de los niños,
el huerto aquel donde el amor vivía!

El sol ungía el mundo de amarillo
con sus luces caídas;
¡oh por los lirios áureos,
el agua clara, tibia!,
¡las amarillas mariposas
sobre las rosas amarillas!

Guirnaldas amarillas escalaban
los árboles: el día 
era una gracia perfumada de oro
en un dorado despertar la vida…
entre los huesos de los muertos,
abría Dios sus manos amarillas.

Muro con rosa

Sin ti ¿qué seré yo? Tapia sin rosa,
¿qué es la primavera? ¡Ardiente, duro
amor; arraiga, firme, en este muro
de mi carne comida y ruinosa!

Nutriré tu fragancia misteriosa
con el raudal de mi recuerdo oscuro
y mi última sangre será el puro
primer color de tu ascensión gloriosa.

¡Sí, ven a mí, agarra y desordena
la profesión injenua de tus ramas
por la negra oquedad de mis dolores! 

Y que al citarme abril, en la cadena 
me encuentre preso de sus verdes llamas
todo cubierto de tus frescas flores.

Madre

(Moguer, 24 de junio)

Te digo al llegar, madre,
que tú eres como el mar; que aunque las olas
de tus años se cambien y te muden,
siempre es igual tu sitio
al paso de mi alma.

No es preciso medida
ni cálculo para el conocimiento
de ese cielo de tu alma;
el color, hora eterna,
la luz de tu poniente,
te señalan, ¡oh madre! entre las olas
conocida y eterna su mudanza. 

Universo

Tu cuerpo: celos del cielo.
Mi alma: celos del mar.
–Piensa mi alma otro cielo.
Tu cuerpo sueña otro mar–.

Canción

(Álamo blanco)

Arriba canta el pájaro,
y abajo canta el agua.
–Arriba y abajo,
se me abre el alma–.

Mece a la estrella el pájaro
a la flor mece el agua.
–Arriba y abajo,
me tiembla el alma–.

Renaceré yo

Renaceré yo piedra,
y aún te amaré mujer a ti.

Renaceré yo viento,
y aún te amaré mujer a ti.

Renaceré yo fuego,
y aún te amaré mujer a ti.

Renaceré yo hombre
y aún te amaré mujer a ti. 

Comentarios en estandarte- 1

1 | Juan Pablo E. 19-07-2019 - 17:11:28 h
¡Fantásticos poemas de Juan Ramón Jiménez! Como casi toda su obra.