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Una pesadilla con aire acondicionado

07 de enero de 2014. Ángeles Prieto Barba

Nacer en el distrito 14, en Brooklyn, Nueva York, marca por completo la vida de un Henry Miller nómada, curioso, deseoso de alcanzar sus propios límites imbuyéndose en otras culturas. Por ese camino único, esta apuesta personal de búsqueda, era de esperar una reacción antagónica, profundamente refractaria hacia la actitud puritana y consumista de sus compatriotas, marcados todavía por la religión dominante que enaltecía el trabajo duro, los logros materiales gracias a éste y la represión sexual.

Esta rebeldía firme frente a sus orígenes y el destino que le espera, asunto que trata en su Primavera negra (1936), hace que en los años treinta no sólo sobreviva a duras penas en la bohemia de París, donde estuvo a punto de morir de hambre, sino que también componga allí la que será su obra más conocida, Trópico de Cáncer (1934), que le supuso en su país un proceso por obscenidad manifiesta, permaneciendo censurada esta obra en Estados Unidos hasta los años sesenta.

En la siguiente década, marcada por la Segunda Guerra Mundial, escribirá libros de distinto volumen y calidad, sin abandonar su característico tono autobiográfico, directo y franco. En esa época publicó El coloso de Marusi, canto lírico a la vida mediterránea que él siempre consideró su mejor obra y hoy es libro de culto, pero también, y en claro contraste, esta pesadilla de aire acondicionado, metáfora evidente a través del automóvil de la sociedad de consumo, que hoy comentamos.

Libro que publicó en 1945 pero que concibió y redactó durante un largo viaje por su país durante los años 1940 y 1941, antes del ataque de Pearl Harbor. Cuestión que debemos tener en cuenta y de la que él hace constancia en el prefacio, pues nos llamará la atención que el autor apenas realizara correcciones en el texto antes de la publicación, cinco años después. De hecho estamos ante un libro irregular, en absoluto ordenado, en modo alguno un manual o libro de viajes centrado en los lugares que visita, sino más bien contundentes testimonios enlazados por el periplo, con numerosos flashbacks o recuerdos de su anterior vida en Europa. E incluso nos vamos a encontrar con interlocutores inconscientes de lo que la alianza germano-japonesa iba a suponer luego, decididamente partidarios de Charles Lindberg, y de su oposición manifiesta a entrar en guerra.

El tono del libro, amargo e irónico al principio, evolucionará a medida que el autor se adentre en el viejo Sur y luego se dirija al Oeste. Trayecto en el que podemos contemplarlo como un visionario, un adelantado a su época, porque aborda todas las cuestiones clave de los años sesenta: el rechazo al consumismo, el respeto hacia las minorías negra e india, la liberación de la mujer, la revolución sexual, el pacifismo o la atracción hacia las filosofías orientales. No es de extrañar que luego se convirtiera en un gurú para la generación beat, ni tampoco que venciera ese frontal rechazo a su país, residiendo allí hasta el fin de sus días. Un camino que Henry Miller recorrería no tanto por adaptación a la sociedad existente, sino por el encuentro con determinadas personas afines, presentadas a lo largo del libro, que le hace concebir esperanzas de transformación, iluminación y cambios. También constatamos un progresivo alejamiento de la literatura conforme aumenta su atracción hacia la pintura, que se convertirá en su afición más recurrente en las próximas décadas.

Me hubiera gustado que esta traducción magnífica de Una pesadilla con aire acondicionado, una obra inédita e imprescindible para conocer a su autor, hubiera estado acompañada de una introducción o prólogo de acercamiento al personaje y a su obra, que hubiera ayudado al lector a entenderla mejor, dado que la información de las solapas no me parece suficiente.

Al margen de esta cuestión, el libro tiene doble valor, literario e histórico. Necesario para entender al siglo XX. Pues no debemos olvidar que las sonoras revoluciones europeas de los años sesenta no dieron frutos sociales constatables, algo que sí ocurrió en esta América vilipendiada, postrada ante el Becerro de Oro capitalista, pero también muy capaz de conseguir igualdad jurídica para sus minorías explotadas gracias al Movimiento por los Derechos Civiles. Que costó sangre, pero sus resultados ahí los tenemos. Por eso esta obra nos va a proporcionar una lectura inteligente, muy provechosa y reflexiva. Necesaria, en definitiva.

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