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Norte y Sur

21 de abril de 2015. Sra. Castro

Elizabeth Gaskell es una escritora con una increíble sensibilidad para recoger los mil matices que encierra el alma humana: amor, ira, soberbia, dolor o arrepentimiento; y la riqueza que esa sensibilidad otorga a sus narraciones trasciende el cariz habitualmente romántico que estas suelen tener. Por si esa cualidad no fuera suficiente por sí sola, en sus novelas Gaskell se ocupó de los temas más candentes de su tiempo (algunos de los cuales duran hasta el día de hoy), volcando en ellos el interés real que en ella provocaban los principales asuntos de su época y su sociedad.

Tal es el caso de Norte y Sur, una novela en la que plasmó el enfrentamiento entre la nobleza rural y la incipiente aristocracia fabril, al tiempo que la lucha de clases entre patronos y obreros.

La primera queda retratada gracias a la familia de Margaret Hale, que abandona el pueblo del sur de Inglaterra donde el padre era párroco para vivir en el norte, en la ciudad industrial de Milton (trasunto de Manchester). Los Hale dan especial importancia a la cuna y a la educación: un hombre solo puede ser un caballero por su nacimiento, y la educación le enaltece aún más; de hecho, la educación puede obrar el milagro de que un hombre de origen humilde se codee casi en pie de igualdad con un caballero de cuna.

En Milton, sin embargo, lo que cuenta es la capacidad de levantar una industria con la única ayuda de la inteligencia, el trabajo y el tesón. La educación es un adorno del que se puede prescindir. Lo que cuenta es el dinero, en cuanto baremo del éxito que cada uno ha podido conseguir.

El contraste resulta brutal y Margaret Hale verá sus ideas puestas a prueba por John Thornton, un industrial con el que su padre traba amistad en la ciudad y que, a pesar de las diferencias que la separan de ella, se enamorará de la hermosa Margaret.

Pero, como decíamos, Norte y Sur presta atención a un tema mucho más comprometido: la lucha obrera. Sin embargo, Elizabeth Gaskell no demuestra en el libro de qué parte están sus simpatías. Si por un lado da cuenta de las duras condiciones de vida de los obreros en las fábricas, de las condiciones de trabajo que ponían en riesgo la salud o de cómo niños y jóvenes perdían sus fuerzas al servicio del capital; por el otro habla del riesgo que asume el patrono que se juega toda su fortuna (bien que esta sea grande) en cada operación comercial y que cada día reta a su intelecto para mantener a flote su negocio.

Y, aunque ese no sea el tema central de la novela, esta esconde entre sus líneas un velado canto al progreso, a la máquina que facilita la vida del hombre y le permite acumular riqueza. Eso a pesar de que, a cambio, destruye una relación secular y sagrada con la naturaleza. Gaskell señala que los obreros fabriles viven mejor que los campesinos. Pero a cambio de una vida con ciertas comodidades en la ciudad, el ser humano renuncia a la tranquila vida campestre, al sosegado cambio de las estaciones, a la relación familiar con el terruño.

Como se aprecia, Norte y Sur es una novela que presta atención a las diferentes facetas de un asunto que fue crucial en su momento: campo o ciudad, cuna o riqueza, obreros o patronos... polos opuestos en la brújula del cambio de una sociedad que se industrializaba a marchas forzadas, dejando atrás —junto a los útiles de labranza— las antiguas creencias y valores.

Pero Norte y Sur es sobre todo, y como cualquier otra novela de Elizabeth Gaskell, una historia de amor. Una novela cuya heroína madura antes de amar y lo hace mediante el sufrimiento. Los avatares que acontecen a Margaret Hale la hacen crecer ante nuestros ojos, abandonar la alegre soberbia de la juventud para adentrarse en el sosiego más consciente de la madurez.

Es ese talento para trazar la gradación en los sentimientos de sus personajes, y no los meramente románticos, sino especialmente esa cualidad que redime al ser humano cuando es capaz de aceptar los propios errores o perdonar, lo que convierte la lectura de cualquier obra de Elizabeth Gaskell, también Norte y Sur, en una lectura deliciosa.

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