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Música moderna

24 de diciembre de 2013. Alan Queipo

Cuando Lewis Carroll hablaba de la importancia de la pureza y primera y más incandescente inocencia puede que lo hiciera para ver si se trincaba a alguna niña de siete años, pero también para definir a la perfección la psicología del primer impacto como todo revelador. Por eso es que la importancia de Música moderna, segundo libro de Fernando Márquez “El Zurdo” (una de las figuras subterráneas de la Movida madrileña y uno de esos nombres que tu madre no conoce aunque sí sepa quiénes son Alaska o Santiago Auseón) y uno de los primeros alegatos formales sobre la nueva-ola cultural de Madrid en 1981 tiene una importancia tan retroviral como la de una serpiente que se muerde la cola.

Libros Walden y lafonoteca hacen un trabajo de recuperación casi arqueológica y rescatan del baúl de los recuerdos olvidados de la Movida este encargo editorial que se le hizo a El Zurdo en uno de sus períodos creativos más visibles, justo después de la separación de dos de sus grupos más conocidos (Kaka de Luxe y Paraíso), en plena compaginación de su faceta de músico con la de opinador panorámico, escritor (ya había publicado Todos los chicos y chicas, una recopilación de cuentos urbanos) e ilustrador, con la Movida en ciernes y su grupo La Mode instalado en la escena como una de las mejores bandas del momento, hablando precisamente de lo que estaba sucediendo en esos años: “lo moderno”. Y en esa modernidad, incluido él, Alaska y toda la tropa, El Zurdo suscribe uno de los primeros relatos que ayudaron a diseccionar un underground que, lo haya sido o no, forma parte de la identidad cultural de las artes en España (y de la música como motor más vistoso): la Movida madrileña como ente escénico y cultural especialmente expansivo, que comenzaba a ser analizado casi sociológicamente, interceptando el primer impacto para plasmarlo en estas páginas, hoy revisitadas y puestas nuevamente en circulación.

Casi como una revista ampliada, Márquez va esgrimiendo, informando y opinando, a la vez que arriesgándose a que lo sacudan en el Rock-ola o la Plaza del Dos de Mayo, mientras desgrana por vía de una honestidad brutal y una acidez afortunadamente poco contenida, las vicisitudes por vía anécdota y cotilleo de los primeros y más significativos grupos y movimientos nuevaoleros, cada uno con su capítulo dedicado, cimentado a partir de su propia y eufórica visión de la escena y del universo de sus miembros y tanto de las perspectivas creativas, éticas y estéticas de las bandas como de las plataformas en donde se sustentaban: Kaka de Luxe, Paraíso, Alaska y los Pegamoides, Radio Futura, Zombies, “los grupos sanos” (Nacha Pop, Secretos, Mamá, Los Elegantes…), los “grupos femeninos” (Bólidos, Las Chinas, Rubi y los Casinos…), el rock urbano (Leño, Coz, Topo, Burning…), los “montajes discográficos” (Tequila, Sissi, Greta…), el pop provinciano, las salas de conciertos y el tecno-pop madrileño (Aviadror Dro, Esplendor Geométrico, Oviformia…).

Música moderna es, ahora y más de treinta años después de su primera edición, una visita antológica y, aunque con sus imperfecciones (doscientos ejemplares para la primer tirada son muy pocos, además de que habría que revisar algunos errores estéticos y ortográficos que no se han corregido de la primera versión), completamente necesaria. Aunque una cosa os voy a decir: hubiera sido bastante más entretenido publicar un libro con las anécdotas de un Zurdo bastante poco zurdo, militante de la derecha española y que se atreviera a confesar la convivencia y/o rechazo por parte de la Movida progre de los ’80 y los resquicios sobrantes que aun quedaron palos de ahogado en los ’90, acerca de su condición política.

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