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Madre, hermano, amante

10 de julio de 2012. Alan Queipo

He vuelto a la máxima potencia,
No puedo ni sostenerme erecto.
No tengo nada que quiera decir,
Lo voy a decir de todas formas.

Extracto de la letra de "The Professional", de Pulp

Los himnos generacionales son eso: incombustibles, atemporales, emotivos. Los típicos cantos que marcan a una generación, se cuelan en tu vida y no te los sacas ni jarto. Jarvis Cocker sabe bastante tanto de estar jarto como de crear himnos generacionales. De asumir que forma parte de un tiempo, de una época, de una escena, y amedrentar el golpe de disminución creativa posterior o bien reanudando con clase la reproducción de aquel legado antes de que sea póstumo o de crear piezas diferentes dignas de nuevas generaciones o de la evolución de aquellos chavales que flipaban con el His ‘n’ Hers hace casi veinte años o que crecieron durante los ’80 reivindicando más a Pulp que a The Cure y The Smiths. Lo último que supimos de él fue que se volvió a enamorar de aquella banda que ha estado liderando entre 1978 y 2002 y que volvió a reunir al mismo equipo que por entonces disolvió y lo sacó de gira, se armó una gira mastodóntica que aun sigue siendo rentable y, ahora, ha compilado en Madre, hermano, amante la literatura de todos aquellos himnos generaciones, cargados de parafilias sexuales, lenguajes macarras, conexiones con el realismo sucio más frívolo y aquellas historias nocturnas con las que tantas generaciones se han sentido y siguen sintiéndose identificadas.

Jarvis Cocker se carga el concepto de autobiografía y nos remite a las mismas imágenes que escuchabais en el Maravillas o la Revolver destrangis pero transformadas y reformadas en la lírica más desnuda (y nunca mejor dicho): casi ochenta de las canciones más míticas del músico británico tanto de su etapa con Pulp como de su reciente recambio en formato solista en versión original (o sea, en inglés) y traducidas al castellano como si de una especie de prosa poética macarra y confesional se tratase y en las que Cocker pasea sus lindezas por el noctámbulo mundillo de los excesos, de las fogosas declaraciones del rockstar moderno (y hasta a veces cultureta), de la empatía con la evolución (o involución) de la sociedad británica de las décadas de (sobre todo) los ’80 y los ’90 a partir de la utilización de una de las voces y manos liristas más historiográficas, coloquiales e integradas en la cultura popular más reivindicativa: desde la perspectiva (a)política al grito de guerra del moderno que se olvidó de silenciarse. Probablemente uno de los músicos menos condescendientes, más mordaces, ambiguos y deudor de una frivolidad positiva, ha decidido tirar de la mente sin desdén y reunir, en esta ocasión, una suerte de cancionero a la vieja usanza (como los de Sabina, sin ir más lejos), sin demasiado reparo en que quede bonito, tirando a lo fácil y lo más importante: comentando en las últimas cuarenta páginas cómo han surgido cada una de las canciones y convirtiendo el material en un ejercicio didáctico de cómo transigir la regla, cómo utilizar el tiempo y el entorno de la juventud como voz crítica y no tan críptica (como Morrisey o Robert Smith) y cómo crear desde las entrañas himnos generacionales que, ya sea con este libro, con un disco o con una escucha en streaming, nunca se apagarán.

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