Pasión por leer. Pasión por escribir.

Portada > Crítica > Los-hombres-me-explican-cosas-de-rebecca-solnit_306.html

Los hombres me explican cosas

07 de noviembre de 2016. Sra. Castro

Hay libros que son como pequeñas gotas: por separado pueden parecer insignificantes (y conste que Los hombres me explican cosas no lo es), pero junto a otros libros similares crean un océano rumoroso, una agitación implacable, de esas que ayudan a cambiar las cosas y crear ese mundo más justo con el que tantos soñamos.

Muchos pensarán que el feminismo y sus luchas están ya obsoletos. Por el contrario, son más necesarios que nunca, so pena de que las mujeres no solo nunca consigan esa igualdad por la que tanto han luchado, sino que vean recortados derechos y libertades que, no lo olvidemos, han costado sangre.

Como mujer y como feminista se percibe que las mujeres somos cada vez más denostadas, más cosificadas y más ninguneadas que nunca. Basta ver un rato la televisión, fiel reflejo de esta sociedad, para ver dónde, cómo y haciendo qué suelen aparecer las mujeres y dónde, cómo y haciendo qué no suelen salir.

Por eso Los hombres me explican cosas, el pequeño ensayo de Rebecca Solnit es una lectura muy recomendable. Si eres feminista lo es. Si eres mujer lo es. Y si eres hombre lo es.

Porque Solnit cuenta con sencillez y claridad, y sin perder el sentido del humor aunque a veces toque temas terribles, cuál es el puesto que ocupa hoy día la mujer en nuestra sociedad y cuáles son los retos a los que nos enfrentamos en nuestro día a día.

La autora empieza por contar una anécdota. En una reunión, un hombre, con bastante suficiencia, se puso a explicarle de qué iba un libro que la propia Rebeca Solnit había escrito. Al final resultó que el hombre ni siquiera había leído el libro y hablaba solo de oídas.

Lo curioso del caso es que Solnit, mientras escuchaba a su anfitrión, dudaba de sí ese libro con el que él estaba empeñado en ilustrarla era el suyo. Como mujer, había sido condicionada desde niña para dudar de sí misma y ceder ante un hombre, cualquier hombre. Como hombre él estaba condicionado para no pensar ni por un segundo que un libro importante (o cualquier trabajo destacable) pueda ser desarrollado por una mujer.

Antes de que los señores se me pongan de uñas, vaya por delante que Rebeca Solnit no piensa (ni una servidora, ni seguramente la inmensa mayoría de las mujeres) que todos los hombres son tan arrogantes. Por supuesto que no. Hay muchos hombres que respetan, admiran y reconocen el trabajo de las mujeres.

De hecho, si esto ocurre así en más ocasiones de las que sería deseable es precisamente porque los hombres también tienen un cerebro formateado por siglos de basura que les dice cómo tienen que ser, pensar o comportarse.

Hecha esta aclaración, baste decir que Los hombres me explican cosas es en realidad un libro sobre la condena al silencio y los peligros que esta acarrea.

Cuando un hombre se niega a escuchar a una mujer, cuando se erige en único comunicador, impidiendo que la mujer diga lo que tiene que decir, simplemente está dando un primer paso para negarla a ella como persona. El primero de los pequeños ensayos que reúne el libro (y que le da título) es una metáfora de la posición precaria de la mujer en la sociedad.

Al no escuchar y considerarse en posesión de la única manera válida de ver el mundo, los hombres (algunos hombres) demuestran que las mujeres no importan. No importa su trabajo, sus contribuciones, sus ideas ni su voz. Más de la mitad de la población no cuenta.

Esa actitud, que tal vez muchos juzguen poco importante, es determinante. Porque si las mujeres no cuentan, qué importa matarlas, qué importa violarlas, qué importa retirarles o negarles derechos, qué importa nada de lo que alguien (a condición de que sea hombre) les haga.

La colección de textos sobre la mujer que reúne Los hombres me explican cosas es un repaso por una realidad que, para las mujeres no es nada halagüeña. Pero que es terrible también para el conjunto de la sociedad.

Nos obliga a replantearnos si este es el mundo en el que queremos vivir. Y también a preguntarnos qué podemos hacer para cambiarlo. Tal vez algo tan sencillo como escuchar a las mujeres, dando por sentado que lo que tienen que decir (aunque a veces no salgamos muy guapos en la foto) también es importante.

Comentarios en estandarte- 0