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Los diarios de Adán y Eva

27 de julio de 2015. José Ángel Sanz

«Lunes. Esta nueva criatura de pelo largo es un verdadero estorbo. Siempre anda merodeando a mi alrededor y me sigue a todas partes». Así comienza Adán su parte de la narración en Los diarios de Adán y Eva, una de esas grandes pequeñas obras que legó a la historia de la literatura Mark Twain. De él el gran publico conoce a sus más celebrados personajes, Tom Sawyer, Huckleberry Finn y aquél yankee perdido en la corte del Rey Arturo, pero conoce menos otras publicaciones como ésta, con una inventiva humorística que bien merece la pena recuperar cada poco tiempo.

Twain estaba más que familiarizado con el género del diario. De hecho, fueron sus relatos en este género de los números viajes que emprendió los que le permitieron asentarse como conferenciante y costearle las partidas al Mediterráneo y a Oriente Medio. El escritor estadounidense hizo buena aquella afirmación, esgrimida el día de su funeral, de que «nunca escribió una línea que un padre no pudiera leer a una hija». Y esta obra pertenece a una época feliz de su vida, lejos de la oscuridad y la tristeza con la que despediría sus últimos años.

El Paraíso es el escenario en el que los primeros pobladores de la tierra tienen su tira y afloja, aprenden a convivir, procrean y piensan en lo que les trascenderá algún día. Alternando las reflexiones de sus dos protagonistas, a veces profundas, siempre ocurrentes, estos diarios entrelazan dos concepciones de la vida primero opuestas y después convergentes, hechas, quién lo diría al comenzar, la una para la otra. Especialmente divertidas son las conjeturas de Adán sobre el nacimiento de Caín, o el apego por los animales y la naturaleza de Eva, que tan poco entiende el primer hombre.

Impedimenta ha recuperado este clásico acompañándolo con las ilustraciones de Sara Morante, a la que ya conocíamos por el Diccionario de Literatura para Esnobs, de Fabrice Gaignault, o Los zapatos rojos, de H. C. Andersen, ambas en la misma editorial. Su trabajo confiere al diario un aire melancólico y evocador.

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